La música y los avances tecnológicos a lo largo de la historia supieron convivir. Se adaptaron de forma tal que músicos, productores, los dueños de los establecimientos y fans evolucionaron de manera conjunta.
Pasamos de amplificadores valvulares, con un sonido brillante y casi excelente, a un plug-in en nuestra computadora. Hoy la meta de muchos artistas es tener su propio home-studio y queda relegada la vieja mística de entrar a grabar a un estudio. Como ejemplo más notorio, nos entregamos al formato mp3 con audio comprimido por sobre los vinilos (aunque encontraron su veta comercial abocada a los coleccionistas) o los CD y la hermosa costumbre y ritual del packaging y lectura de letras.
La tecnología no atentó contra la música
Al contrario, la potenció y le dio infinitas herramientas a quienes dan los primeros pasos en este rubro tanto como quienes ya se consagraron. Quizás el problema (si se puede decirle así) radica en la cultura de quienes catalogan a un estudio de grabación, salas de ensayo o un EP en formato físico como algo obsoleto.
Ahora, ¿qué pasa con los recitales? ¿Es actualmente, tal vez, la costumbre más redituable y sostenida en la que las y los artistas interactúan con los fans?
Puede que sí, pero no perdamos atención, porque plataformas como Twitch y la maquinaria del streaming coparon esta cultura. Twitch es la plataforma de streaming de videojuegos para PC y consolas hogareñas y ya incursionó en la transmisión de recitales.
Recordemos que Steve Aoki en el año 2014 fue quien realizó la primera transmisión desde Ibiza en forma gratuita a través de esta plataforma. Vale mencionar también el récord que logró la transmisión de Marshmello, que realizó un show en vivo dentro del Fortnite y fue visto por millones de personas.
Quizás y a modo de reflexión, los recitales del futuro los veamos y apreciemos desde casa y con la computadora o nuestro celular, y la música, con todos sus rituales, pase a una nueva era.