La controversia sobre los parabenos en cosméticos genera dudas en los consumidores. Algunos estudios sugieren efectos adversos, pero la evidencia científica aún es discutida. Las empresas explotan la «falacia de la inseguridad» para vender productos «libres de parabenos» sin pruebas de que sean mejores. Es crucial ser crítico con la información y buscar fuentes confiables para tomar decisiones informadas sobre los productos que usamos.
Los parabenos son un grupo de compuestos químicos ampliamente utilizados como conservantes en artículos cosméticos, farmacéuticos y alimenticios. Su función principal es extender la vida útil de estos productos al prevenir el crecimiento de bacterias, hongos y otros microorganismos.
Se utilizaron durante décadas y fueron aprobados por las principales agencias reguladoras como la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) y la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas. Sin embargo, en los últimos años, se generó una gran preocupación por su posible impacto negativo en la salud humana.
Aunque la evidencia científica sobre efectos es aún controvertida y se necesitan más investigaciones para confirmarlos, algunos estudios sugieren que los parabenos pueden tener efectos disruptores endocrinos, es decir, que pueden interferir con el sistema hormonal del cuerpo. También se asocian con un mayor riesgo de cáncer de mama, problemas de fertilidad y alteraciones en el desarrollo fetal.
Tras la publicación de un artículo en 2010 que advertía de estos posibles efectos, José Miguel Mulet, licenciado en Química y doctor en Bioquímica y Biología Molecular por la Universidad de Valencia, expresó que “se trata de un miedo eficazmente comercializado”, no se testearon los parabenos que se usan como conservantes y además en el experimento se ingerían, no eran de uso sobre la piel.
En medio de este debate, algunas empresas y grupos de interés utilizaron la «falacia de la inseguridad» para promover la idea de que los parabenos son peligrosos y que los consumidores deben evitarlos a toda costa. Esta estrategia consiste en exagerar los riesgos potenciales de un producto o tecnología, a menudo sin base científica sólida, con el objetivo de generar miedo y desconfianza en la población.
Al crear una sensación de inseguridad, estas empresas pueden posicionar sus productos «libres de parabenos» como una alternativa más segura, aunque no hay evidencia clara de que sean realmente más beneficiosos. Esta estrategia también puede tener un impacto negativo en la industria cosmética en general, generando desconfianza en los consumidores y afectando las ventas de productos que contienen parabenos.
Por lo tanto, la discusión sobre su uso es un ejemplo de manipulación de la percepción pública, con diversas consecuencias para el pensamiento crítico: en primer lugar, desinformación y alarmismo, al difundirse datos inexactos o exagerados sobre los riesgos, generando miedo y ansiedad en la población, incluso, entre aquellos que no son susceptibles a los efectos adversos. En segundo lugar, polarización y debate improductivo, donde las partes involucradas no se basan en evidencia científica sólida y, por último, erosión de la confianza en la ciencia y capacidad de los expertos para brindar información confiable.