¿Qué es la creatividad?

En su obra «La Valentía de Crear», Rollo May distingue dos formas de creatividad: una de puro esteticismo superficial (al que llama «arte como artificialidad») y la auténtica creatividad: el proceso de darle ser a algo nuevo (el arte genuino). Es sobre este segundo tipo de creatividad que va a trabajar. El autor se enfoca en el proceso creativo de los artistas, pero deja en claro que lo mismo puede aplicase también a niños y adultos de diferentes profesiones.
Además, afirma que el proceso creativo, planteado por muchos estudiosos como resultado de diferentes patologías de la psique, es en realidad reflejo de una elevada salud emocional, «(…) la expresión de la gente normal en el acto de autorealizarse».

Momentos creativos

May analiza el proceso creativo como producto de diferentes momentos:
En primera instancia describe un encuentro entre el artista y su obra, donde los materiales de trabajo son no más que un intermediario entre este y lo que se desea expresar. Este encuentro puede contar o no con la fuerza de voluntad del creador, aunque dicho esfuerzo voluntario, en caso de darse, no es tan importante como lo es el grado de compromiso que tiene el creador con este proceso.
A partir de este concepto de encuentro el autor marca la distinción entre talento y creatividad: el primero puede tener una correlación neurológica, es una cualidad con la que la persona cuenta desde su nacimiento y se la puede medir más allá de su capacidad para materializar su talento. En cambio, la creatividad solo puede evaluarse en el acto de creación, que va a depender del grado o intensidad del encuentro entre el creador y lo creado.
El segundo elemento que plantea May para el acto creativo es la intensidad: «Absorción, ser atrapado, eternamente involucrado (…)», este es el estado del artista cuando crea. La creatividad del arte genuino se caracteriza por la gran intensidad de toma de conciencia. El autor asocia este momento con el sentimiento de alegría: «(…) el estado de ánimo que va aparejado con la experiencia de realizar nuestras propias potencialidades». Esta intensidad de la actividad creativa consciente es el éxtasis, entendido en su sentido etimológico-histórico de «separarse de», liberarse de la dualidad sujeto-objeto que marca el pensamiento occidental; este es un mecanismo que conjuga las funciones intelectuales, volitivas y emocionales del artista.
Afirma, además, que esta intensidad en la toma de consciencia del proceso creativo no necesariamente está ligada a la voluntad o el proceso consciente, sino que puede ocurrir también en el ensueño, desarrollarse en los sueños o en un nivel inconsciente. «(…) la creatividad sigue su marcha en diversos grados de intensidad, sobre niveles que no están directamente bajo el control de la voluntad consciente». Estos conocimientos inconscientes o las respuestas surgidas a problemas en un estado subconsciente, no lo hacen al azar: pertenecen a las cuestiones que le son realmente importantes a la persona, a las que normalmente dedica gran atención, lo que representa su propósito, un fenómeno que incluye todos los niveles de la experiencia, extendiéndose más allá de la propia voluntad.
Los valores de la creatividad.

Valentía

Es «la capacidad de marchar hacia adelante a pesar de la desesperación». No es una más entre todas las virtudes, es más bien la base que hace posibles los demás valores. En los hombres y mujeres es indispensable para tomar sus propias elecciones conforme al interés interior de cada uno y reforzar su compromiso para hacer realidad el «ser» y el «llegar a ser», condición esencial del ser humano. En definitiva, ser auténticos y consecuentes con nuestros propios deseos es lo mejor que podemos hacer por nosotros y por los demás seres vivos (sean humanos o no); esto es: ser valientes.

Valor físico

Es la clase de valor más fácil de reconocer. Por nuestros días este tipo de valor se ha deformado en violencia. La propuesta del escritor es resemantizar esta clase de valor para que deje atrás la necesidad de reafirmar el ego mediante el sometimiento de los demás; es desarrollarlo para el cultivo de la sensibilidad a través del cuerpo, para aprender a escuchar a los demás con el cuerpo, a pensar con el cuerpo. Es valorar el propio cuerpo como medio para acercarnos a los demás y no como una frontera que nos separa.

Valor moral

Generalmente surge en la identificación con el sufrimiento del prójimo a través de la propia sensibilidad. El autor lo llama también valor «percepcional», ya que depende de la capacidad de percibir el padecimiento de los demás. Una persona de coraje moral es la que no se ve tentada a bloquear esta percepción para no verse comprometida con el sufrimiento que le es ajeno.

Valor social

Es la empatía con el prójimo, la capacidad de relacionarnos íntimamente con los demás, de exponer el propio ser a cambio de lograr una relación abierta con el otro, de correr el riesgo de ser afectados (para bien o para mal) a través de este intercambio. Es dejar de lado la idea de que compartir nuestros sentimientos más personales nos hace vulnerables, cuando en realidad nos ayuda a combatir la alienación personal. Este valor social implica afrontar dos tipos de miedo a los que el psicoanalista Otto Rank llamó «miedo a la vida» (necesidad de depender de otra persona por miedo a vivir autónomamente, el miedo a la realización del yo) y «miedo a la muerte» (temor a ser absorbido por el otro, de perder la autonomía del yo). Tanto el afrontar estas dos formas del miedo, como el ser conscientes de que no se logra un pleno crecimiento sino a través del intercambio con el otro y de la participación con sus propios miedos, es lo que nos permite avanzar hacia la realización de nuestro yo.

Valor creativo

Para el autor, el creativo es el valor más importante entre todos, es el descubrimiento de nuevas formas de pensar la sociedad. Los artistas son quienes presentan directamente estas nuevas formas de ver el mundo exteriorizando su propia imaginación, lo que las demás personas normalmente reservan para sí. Los artistas muestran lo que está ocurriendo en el interior de su cultura, su significado espiritual; lo que expresan es lo que Jung llama «inconsciente colectivo», por eso es que ellos están comprometidos con la constante re-creación de la conciencia humana.

Breve corolario

La creatividad, plantea May, no puede ser analizada como un fenómeno subjetivo propio del interior de la persona. La creación es siempre un proceso que interrelaciona a la persona con su mundo de significantes exteriores. Por esto, el contexto histórico condiciona la creatividad, ya que el estado de consciencia que el artista expresa en sus obras está siempre sujeto a este contexto: «La creatividad (…) es el encuentro del ser humano intensamente consciente con su mundo».
Lo interesante es que quienes no son «artistas» en el sentido estricto de la palabra (pintores, poetas o bailarines, entre tantos otros) constantemente realizan actos creadores de interpretar y reinterpretar el mundo que los circunda por lo que, cualquiera sea la actividad que desarrollemos, siempre estamos en condiciones de contribuir con la construcción de una nueva sociedad, de una nueva forma de entender las relaciones entre los hombres y de estos con la naturaleza, de una nueva consciencia universal.