Sin paz en Medio Oriente

Si creíamos que Donald Trump era solamente una figura marketinera por sus dichos y que todo su mandato se basaría en puras palabras, estamos ante un hito en la historia mundial y podemos aseverar que el presidente de los Estados Unidos es más que un showman. Primero amenazó con deportar a millones de inmigrantes y, sin embargo, el congreso norteamericano pudo frenar un poco sus ambiciones. Por otra parte, prometió construir un muro entre Estados Unidos y México pero hasta el momento no se ha plasmado. Además, jugó a desafiarse con el Presidente de Corea del Norte y hasta ahora son demostraciones que rozan con un potencial conflicto bélico a gran escala.
Pero Trump fue más allá, y este último miércoles 6 de diciembre ante los medios televisivos mundiales hizo un gran anuncio. Según su criterio decidió declarar a la ciudad de Jerusalén como capital del Estado de Israel. Ante millones de televidentes, Donald lo hizo. Demostró cómo es posible borrar con el codo lo que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) hizo en su momento cuando trató de generar paz entre dos Estados que se disputaron el territorio. Ellos son Palestina e Israel.

Siete décadas atrás…

En 1947 la ONU creó un plan de partición cuyo objetivo era tener dos Estados, uno israelí y otro palestino. Pero eso nunca sucedió, o por lo menos la paz en ambos lados nunca se concretó. Allá por 1948 la guerra árabe-israelí generó la ocupación del sector occidental de la ciudad y las relaciones se tensaron demasiado.
Años y años de conflictos entre Israel y la Franja de Gaza. Miles y miles de muertos en un conflicto que en algún momento pareció encarrilarse para la paz allá por 1993 cuando en el famoso Acuerdo de Oslo se reunieron en los Estados Unidos los presidentes Bill Clinton, Yitzhak Rabin y Yasser Arafat. Se creyó que fue el principio de un acuerdo de paz duradero, que luego se frustró por el asesinato del premier israelí por su misma gente.
En tanto, Israel continuó con su proyecto de seguridad de expandirse al construir viviendas en Cisjordania y otros territorios, como así también un muro de magnitudes únicas en el mundo que fomentaron más discordia y violencia en ambos lados. El muro, sin embargo, pareció haber sido un impedimento para los ataques con bombas sobre suelo israelí. La violencia disminuyó pero en los últimos tiempos se crearon nuevos recursos para atacar a soldados del Estado israelí a través de la utilización de vehículos, armas blancas y todo lo que pudiera hacer daño al otro.

El anuncio de Trump

La situación ya no será la misma en Medio Oriente, en un discurso a nivel mundial y en un tipo de show televisivo, el presidente de los Estados Unidos firmó un decreto que traslada la embajada norteamericana desde Tel Aviv a la ciudad de Jerusalén. Su par israelí, el primer ministro Benjamín Netanyahu, celebró esta decisión y afirmó que «Donald Trump quedará en la historia por este suceso». Por su parte, Trump dijo que «es algo que la nación norteamericana me pidió en campaña y estoy cumpliendo con esto», así lo anunció públicamente en televisión.
Las repercusiones globales no se hicieron esperar, porque en línea contraria a lo que celebraban Estados Unidos e Israel, el mundo se pronunció en contra. El pueblo musulmán fue el primero en emitir una voz de oposición a este hecho y auguró que solo traerá más violencia en una zona donde reina desde hace algunos años. Trasladar la embajada a la ciudad sagrada es un «error total», así lo anunciaban autoridades de la ONU, quienes además afirmaron que Estados Unidos está dificultando el tratado de paz en la región.

Ciudad sagrada

La voz que más se hizo escuchar fue la del Papa Francisco, quien se sintió preocupado: «No puedo callar mi profunda preocupación por la situación que se ha creado en estos últimos días». Además, exigió respetar el statu quo de la ciudad sagrada. Esta ciudad que es sagrada para los católicos, los judíos y los musulmanes. «Es una ciudad sagrada para los hebreos, cristianos y musulmanes», pronunció el Papa.
El presidente francés Emmanuel Macron también hizo sentir su disgusto por esta decisión: «No ayuda a la región y solo traerá más violencia». Todos se han pronunciado en contra, hasta los grupos armados como Hamas han dicho en sus portales que «con esta iniciativa se abrirán las puertas del infierno», como así también el grupo armado libanés Hezbollah, que se hizo partícipe en la oleada de dichos en contra de esta resolución: «Tendrá repercusiones que serán catastróficas para la región».
Ningún país de la región ni del mundo ha apoyado esta iniciativa, solo Estados Unidos e Israel se han manifestado mutuamente a favor de esta decisión. En un clima de inestabilidad en Medio Oriente, parece que se ha agregado más leña al fuego y la derrota en Siria parece haber calado hondo para el plan geopolítico de Estados Unidos y sus aliados. Es por esto que esta nueva jugada lo único que hace es generar más violencia en la zona.
El sueño de crear dos Estados parece alejarse y las relaciones entre ambas partes se harán más dificultosas. El Papa Francisco se ha pronunciado y, así y todo, parece ser una voz distante en este asunto para Trump, que sigue con sus propios ideales.

¿Qué se verá en la región?

Benjamin Netanyahu se acercó a Arabia Saudita que, junto con Estados Unidos, parecen levantar la bandera con sus mismos objetivos mientras el resto se opone. Lo único que esto generará en el futuro inmediato es violencia y más violencia. ¿De qué sirve, entonces, la ONU cuando no se respetan sus resoluciones? Estamos ante un panorama poco alentador para Medio Oriente y, en consecuencia, para todo el mundo.