Renace un mito underground y tenemos la oportunidad de presenciarlo. La mundialmente aclamada «The Rocky Horror Show» vuelve a pisar suelo argento después de esperar, nada más y nada menos, 22 años desde última incursión por nuestros pagos. Este agosto de 2016, el memorable Teatro Maipo abre sus puertas al musical que, desde sus inicios, tiene fama internacional. Se trata de una obra de culto que vuelve luego de ser traducida a más de veinte idiomas para ser presentada en más de treinta países, incluyendo las versiones argentinas de 1975 y 1994.
Como era de esperar, a tan solo tres semanas de su estreno «The Rocky Horror Show» ya es sensación entre un público de fanáticos que aguardó con paciencia, pero también con ansias, poder presenciar tamaño espectáculo. Presenciar y participar… porque si hay algo que destaca en «TRHS» es su particularidad de ser una obra interactiva donde los espectadores forman parte del elenco y sin ellos nada sería igual. «No lo sueñes, vívelo», dice Frank N. Furter.
Versiones argentinas precedentes
Antes del sensacional estreno de este año, la obra tuvo en Argentina dos puestas, ambas en la Ciudad de Buenos Aires. Sobre las mismas, dada la época en que se produjeron, no hay mayor información disponible para los internautas del ciberespacio.
La primera vez que se representó en Argentina fue en 1975. Se realizó en el Teatro Pigalle con un elenco que incluía las actuaciones de Osvaldo Alé como Frank Burguesa (los personajes no son en esta obra los tradicionales), Ana María Cores, Linda Peretz, Ricardo Pald, Rolo Puente, Yeffri, Sergio Villar, Carlos Wibratt, Valeria Lynch y el grupo musical Expression. En esta ocasión la historia es un tanto diferente a la conocida por todos.
La segunda versión es de 1994. Se presentó en el Teatro del Globo con un elenco integrado por Fernando Mercado, Natalia Castelli, Héctor Pilatti, Lorena Alvarez, Pablo González, Alejandra Peralta, Mariana Rodríguez Mentasti, Fabián Muzzo, Julio Breshnev, Juan Manuel Tenuta, Carlos Zabala, Natalia Lobo y Jean Pierre Noher en el papel de Frank N. Furter.
«The Rocky Horror Show», versión argentina de 2016
A cuarenta y tres años de su nacimiento, «TRHS» se presenta todos los martes de agosto, septiembre y octubre a las 21 horas en el Teatro Maipo.
Bajo la dirección de Andie Say y su equipo creativo, el elenco está conformado por un equipo de jóvenes talentos del teatro musical que no deja nada que envidiar frente a representaciones de otros países y a la película («The Rocky Horror Picture Show», 1975) que es, en definitiva, la muestra accesible que tenemos todos a mano para contrastar y concluir que esta es, rotundamente, una producción de lujo. Por su historia de redundantes éxitos en todo el mundo, contiene la promesa de convertirse en uno de los musicales más importantes del año en nuestro país.
Montar un musical que se convirtió en una pieza de culto es, verdaderamente, correr un gran riesgo. Cuando termina la obra y todos los presentes, extasiados, aplauden de pie, bailan y corean hasta que se apagan las luces (porque al cierre el telón no es suficiente para dar la despedida), tenemos la muestra indiscutida de que ese riesgo se sorteó con absoluta eficacia.
Haciendo un repaso del elenco nos encontramos con Roberto Peloni como Frank N. Furter, Melania Lenoir como Magenta, Federico Coates como Riff Raff, Walter Bruno como Brad Majors, Sofía Rangone como Janet Weiss, Ignacio Perez Cortes como Rocky, Mica Pierani Méndez como Columbia, Maia Contreras como el Dr. Scott y como Eddy y en el ensamble: Luli Muiño, Lucas Gentili, Facundo Magrané, Mariano Condoluci, Ana De Vicentis y Julia Tozzi. Cada martes el personaje del criminólogo, el guía y orientador de la historia, es interpretado por un artista diferente, invitado para la ocasión.
Punto aparte merece Roberto Peloni, quien encarna magníficamente al doctor Frank N. Furter. Además del fenomenal parecido físico con el actor que en sus años mozos le dio vida a este personaje, Tim Curry, logró crear a la perfección la atmósfera del glam rock que tanto hace vibrar a los fans. Actualmente es un artista ampliamente reconocido y respetado en el ambiente del teatro y la comedia musical. En septiembre de 2015 fue galardonado con el Oro de los Premios Hugo al Teatro Musical, distinguido en el rubro «Lo Mejor de la Temporada» por su papel de Lord Farquaad en «Shrek». Pero no todo en su vida fue color de rosas.
Hijo de un chatarrero (a quien le gustaba el tango y escribir con rima) que recolectaba basura de las calles para después venderla, murió cuando Roberto tenía siete años, y de una empleada doméstica que tuvo que salir a golpear puertas pidiendo trabajo porque se convirtió en único sostén de su familia. Cuando su madre empezó a trabajar, Roberto comenzó a pasar mucho tiempo solo en su casa, momento en que debió aprender a jugar solo y, quién sabe, quizás empezó a crecer su niño-artista interior. A la distancia, con un presente artístico exitoso y prometedor, da cuenta de una infancia vivida con naturalidad pero realmente «muy humilde». Este artista se convierte, así, en la muestra viva de que el esfuerzo, la pasión y la dedicación cuando se conjugan eficazmente dan sus frutos.
Criminólogo invitado: Nicolás Scarpino
Como ya adelantamos, cada martes el rol del criminólogo es ejecutado por un artista diferente, especialmente invitado para dotar al personaje de tinte propio. El martes 16 de agosto, en su tercera puesta en escena, la obra recibió al actor Nicolás Scarpino, que dejó su impronta en un teatro colmado de civiles y de fans (que merecen su categoría aparte).
Desde el primer instante en que el actor se dejó ver, el público le demostró su admiración con un contundente y largo aplauso, ya que la obra lo permite, acompañado de gritos y silbidos. Fue emocionante poder percibir que esto se repetía cada vez que el criminólogo reaparecía en escena, indicando que a un artista se lo admira y respeta por su calidad profesional pero más por su calidez humana.
El personaje representado en esta ocasión resultó ser una mezcla muy bien balanceada entre el rol del investigador de la obra y película originales y la personalidad propia del actor, que se dejó entrever especialmente en los momentos de complicidad con el público. Vale recordar en este punto el instante en que un espectador le asesta un silbido desafiante y Scarpino, casi haciendo una pausa actoral, lanza una mirada penetrante y responde «te quiero ver a vos acá»… el teatro estalló en carcajadas y aplausos, reforzando la interacción que la pieza propone. Colmadas de «momentos» como este, sus apariciones en escena sostenían a la perfección las transiciones entre los cuadros, bajo la hilarante tónica que desde siempre tuvo «TRHS».
A medida que la historia evoluciona, iniciando con una tímida liberación de inhibiciones y prejuicios para terminar en un completo desenfreno sexual, el criminólogo evoluciona con ella: de un señor de pantalón oscuro y saco beige entallado terminamos con un hombre que se presenta con medias de red y zapatos de taco, al tiempo que disfruta del fruto prohibido mientras sonríe, provocador, antes de retomar su relato. Así, desde el comienzo al final, la intervención del invitado de turno fue sumamente entretenida, efectiva y exitosa. Nada que reclamar, el actor estuvo decididamente a la altura de las circunstancias.
Entrevista al invitado
Retomando la idea de que a un artista se lo admira con mayor fuerza si su calidez humana es notable, agradecemos enormemente la calidez que Nicolás Scarpino nos dejó disfrutar al brindarnos su tiempo en una entrevista. Fue un encuentro breve pero para nada fugaz, donde pudimos conocer a una persona amable, versátil, humilde, profesional, de bajo perfil, con una excelente predisposición para saciar nuestra curiosidad acerca de su participación en «TRHS» y también sobre su vida profesional y privada. Nicolás Scarpino no se guarda, no escatima, se muestra como es. Y es como la mayoría de las personas creen que es: un ser humano entrañable.
Algunos fragmentos de la entrevista…
¿Cómo fue tu relación con TRHS a lo largo de tu vida?
«Conozco la obra porque la vi con Jean Pierre Noher. No soy de los fanáticos (de «TRHS»). Soy fanático de la comedia musical y como tal, me gusta y me gustó Rocky. Lo que me pasa hoy particularmente con esta invitación a hacer del narrador en la obra es reencontrarme un poco con el musical y, justamente, volver a recordar aquello que hace muchos años vi con Jean Pierre. Sé que es una obra de culto. Los chicos (los integrantes del elenco) me dijeron lo que pasa en el teatro que es increíble, no se puede creer lo que participa la gente, lo que se involucra, es una fiesta.»
¿Cómo fue la convocatoria para realizar el rol del criminólogo?
«La invitación es de Estanislao Otero (Valdez), que es el productor (ejecutivo) de Rocky y además es el productor de ‘Como el culo’, la obra que estoy haciendo en el Tabarís. Me dijo que le gustaba la idea de hacerme parte de uno de los martes y le dije que sí. El primer martes lo hizo Mundstock, el segundo lo hizo Pachano y hoy es el tercero con una sala que también está a pleno.»
¿Cómo te preparaste para participar de una obra que tiene seguidores en el mundo entero y es considerada desde sus comienzos como una pieza de culto?
«La verdad fue muy simple porque la metodología, dado que somos invitados, es como una suerte de libro abierto donde están puestas las hojas de las entradas que tiene el personaje. Me fui a la casa del director, con su asistente y con el músico, y lo que hicimos fue hacer una pasada leída encontrándole cuáles eran las intenciones de cada entrada. Pasé la canción que, a diferencia de otros criminólogos, yo tuve ganas de aprenderla para cantarla en el final. Hoy chequeamos el tema del vestuario donde ellos (los directores) dijeron que sea personal de cada uno (de cada invitado). Ahora lo que hacemos es ir al teatro para poder pasar todo en el lugar.»
¿Viste de nuevo la película o los fragmentos donde aparece el criminólogo?
«No, no vi nada. En todas las obras que yo hice donde pude haber ido a una fuente, no lo hice. Después (de presentar la obra) capaz que sí, pero antes me gusta tener mi propia creatividad para no condicionarme.»
Su vida en un ping-pong de cuatro golpes.
La buena: ¿si tuvieras qué elegir un evento que te tocó transitar como artista y que quisieras recordar hoy, acá, cuál sería?
«Como artista es muy amplio… pero si tengo que pensar en un hecho artístico, por ejemplo, mi infancia en ‘Cantaniño’, los comienzos, el arranque. Varios momentos… ese creo que lo pondría primero porque es la base pero ‘Sin código’ en televisión también fue un hecho artístico interesante, o ‘Nano’, mi primer novela. En teatro ‘Perdidos en Yonkers’ o ‘Sweet Charity’. Son muchos porque siempre disfruto, siempre me encanta hacer lo que hago y hay muchas cosas que las recuerdo con mucho amor. Pero si tengo que hablar de una es ‘Cantaniño’, la base.»
La mala: ¿si pudieras elegir una situación difícil para recordar, que al resolverla te marcó y te modificó como persona, cuál sería?
«Cuando uno no entiende acerca del amor y entiende (o cree) haberse enamorado. Cuando entonces uno sufre por amor, darse cuenta que no era verdadero amor es el momento y la oportunidad para crecer acerca de un sentimiento que es mucho más profundo de lo que uno cree. Y es una pregunta mala pero es una pregunta buenísima, porque siempre digo que todo aquello que me produjo dolor me permite un presente que es el más maravilloso y el que definitivamente me conecta con el amor más auténtico.»
La perlita: ¿una anécdota para el recuerdo?
«¿La anécdota graciosa? Hay varias graciosas… pero ya que hablamos de musicales, hablamos de ‘Sweet Charity’, la obra que era protagonizada por Florencia Peña y yo era el protagonista masculino. Me acuerdo que en determinado momento de la temporada Florencia se pone brackets. ¿Para qué te ponés brackets en medio de un musical? ¡No da!
Al principio se notaba lo que le dolía y por momentos lo que pasaba también es que escupía. Me acuerdo de una vez que estábamos en plena escena y ella habló y no sé cómo fue que un globito de saliva se le posó justo en el labio inferior y yo, con un solo ojo, la miré como diciendo ‘¿te das cuenta?’ y, sin decir una palabra, nos tentamos los dos. Y eso remite a la química que hace que sin decirse nada se dice todo, y con Florencia tenemos ese vínculo donde un solo gesto puede aniquilar al otro.»
El mensaje: frente a un público que te conoce desde hace mucho años y te sigue, ¿qué te gustaría decirles? Un mensaje de esperanza o perseverancia para todos aquellos que desean comenzar a hacer esas cosas que les gustan, que les hacen bien, pero no se animan…
«Esperanza, coraje, paciencia, perseverancia, tolerancia… siempre digo que es guiarse por aquello que de verdad, en lo profundo, uno desea hacer. ¡Pero desde el corazón! Desde encontrarse internamente y decir ‘quiero ir por este lado’. Y una vez que se haya concretado esa situación, es tener esa fe y esa confianza en un 100%. Donde uno deja un poquitito entrar a la duda o al no estar convencido, contamina toda esa plenitud. También saber que uno hizo todo para lograrlo.
Después la vida se encarga de ver si es definitivamente donde uno tiene que estar. Y también la vida te va mostrando que si no es de la forma que vos elegiste, puede ser de distintas formas pero que en algún lugar están comunicadas con esa base de lo que vos profundamente querías ser y no fue. Si uno sabe leer, todos los caminos deberían conducir a la felicidad. Y en el trayecto de la vida misma, no perdamos el niño que todos tenemos adentro, porque eso nos va a mantener frescos, puros, alegres, sonrientes… con problemas como los tenemos todos pero que pasen a ser oportunidades para crecer teniendo una mirada positiva. Se puede, no es una utopía, el tema es la confianza en uno y no contaminarse.
Muchas gracias Nicolás por tu tiempo y tu gran amabilidad.
Artículo elaborado especialmente para puntocero por Amy Lilén Kees.