Trinche eterno

Pudo ser el protagonista de un cuento del genial Roberto Fontanarrosa, pero no. Fue real, dueño de mil aventuras y hazañas. Los que peinan canas o simplemente ya no tienen qué peinar, esos mismos que llevan la radio portátil pegada a la oreja, lo ubican como un mago del balón, héroe o mito.

Lamentablemente, uno de los requisitos para que un ser humano se siente en el banquete mitológico es un deceso traumático, además de atribuirle cientos de milagrosas leyendas. Tomás “Trinche” Carlovich murió una fría mañana de mayo, a causa de las brutales heridas que le provocaron cuatro delincuentes para robarle su bicicleta. Al parecer, los verdaderos héroes del fútbol andan de a pie, no tienen necesidad de ostentar el lujo, tan mediocre como fugaz.

El Trinche inició su carrera en Rosario Central a fines de los 60′ y luego pasó a Central Córdoba, donde brilló en sus cuatro etapas y ganó dos títulos: en 1973 y 1982 festejó el campeonato de Primera C. Carlovich adquirió el status de mago del balón, con su presencia en la mitad de la cancha, donde aportó elegancia y clase. A eso le sumó su estilo pachorriento o displicente, según rezan las crónicas deportivas de la época.

Corría el año 1974 y la selección nacional viajó a Rosario para poner a punto al equipo que viajaría al la Copa Mundial de Alemania. El combinado nacional contaba con un plantel repleto de estrellas y con muchos que se coronaron campeones con Huracán un año antes. Miguel Brindisi, Carlos Babington y René Houseman no son solo ídolos “quemeros”, son patrimonio del fútbol argentino. Pero Carlovich se calzó el traje de superhéroe y bailó al mismísimo seleccionado argentino de Vladislao Cap, quien le rogó al técnico rival que reemplace al pelilargo volante central.

Es una lástima que no existan registros fílmicos de esa época y que exponga a todo el mundo las andanzas de esta verdadera leyenda del fútbol argentino. Obviamente que un video lo necesita el grupo de “ver para creer”, a muchos otros les alcanza escuchar las historias de esos hombres de boina que con una mano sostenían la portátil en su oreja y con la otra se aferraban al alambrado. Los mismos que fueron testigos del “doble caño”, como alguna vez contó José Pekerman, quien admitió que el Trinche fue el jugador mas maravilloso que vio.

¿Será en esa época que un joven rosarino de las inferiores de Newell’s Old Boys, obsesionado con los dibujos tácticos, pagaba una entrada todos los fines de semana para ver a Carlovich pasearse en el estadio Gabino Sosa? La leyenda dice que ese jovencito era el hijo de uno de los abogados más prestigiosos de la ciudad: el mismísimo Marcelo Bielsa.

Entrada la década del 90′, más precisamente en 1993, Diego Armando Maradona fichó para Newell’s y causó una verdadera revolución en la tierra del “Negro” Olmedo, Che Guevara, Fito Páez y un tal Lionel Messi. Otra de las leyendas que rondan por el aire es que el propio Maradona admitió que Carlovich es uno de los mas grandes. Incluso más grande que él. Ambos se fundieron en un abrazo en un hotel céntrico rosarino hace apenas unos meses.

Carlovich paseó su magia en tierras mendocinas, donde vistió las camisetas de Independiente Rivadavia (donde ganó un torneo regional en 1976), Deportivo Maipú y Andes Talleres Sport Club. También jugó en Flandria, Colón y Newell’s de Cañada de Gómez.

Solitario y de bajo perfil, siempre le puso paños fríos a lo que se contaba de él y más de una vez expresó que las hazañas que le atribuyen son exageradas. Qué lástima que el destino lo puso frente a cuatro asesinos que lo mandaron al Hospital de Emergencias Clemente Álvarez en Rosario. Qué pena que no haya nadie todopoderoso como él que lo pueda revivir.

«Acá en Rosario se han inventado un montón de cosas acerca de mí. Pero no son verdad. A los rosarinos les gusta contar cuentos. Algún caño de ida y vuelta habré hecho, pero no es para tanto», aclaró alguna vez. Buen viaje, fenómeno.

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