La pandemia expone al sistema

¿Por qué se plantea la necesidad de mantener más tiempo la cuarentena? ¿Cuál es el riesgo que se corre por el hacinamiento en los centros penitenciarios? ¿Por qué, a pesar de la medida de Aislamiento Social Preventivo Obligatorio, las organizaciones sociales protestan con una huelga en las calles? ¿Estábamos preparados para una pandemia? Estas y otras preguntas atacan nuestra razón al completar 50 días de encierro.

Mientras sectores se oponen a la excarcelación y la medida de prisión domiciliaria con cacerolazos desde sus balcones y ventanas, las organizaciones sociales de los barrios más pobres salen a las calles a visibilizar las necesidades que se exacerban en medio de la pandemia. Este viernes el Presidente dará una conferencia de prensa desde la Quinta de Olivos para presentar la nueva fase del aislamiento que se desarrollará desde el lunes. Lo acompañaran durante la locución los mandatarios porteño y bonaerense Horacio Rodríguez Larreta y Axel Kicillof, respectivamente.

Distraídos y con deudas

Durante décadas, la Argentina está sumergida en problemas económicos que ponen la lupa en la capacidad para gestionar recursos y la incapacidad del gobierno de turno para contener a los sectores más vulnerables. La deuda casi impagable hace que la confianza en el país hacia nuevos inversores se desmorone y las pymes cierren sus puertas por falta de liquidez. Cada vez es más profunda la brecha social y política que divide al país. Durante los últimos 4 años, la falta de planificación, la desinformación y una fuerte politización de los recursos hizo que fueran desfinanciados los ministerios, que pasaron a ser secretarías, con fuertes recortes económicos y humanos. La investigación para la salud corrió con la misma suerte, y el respaldo a sectores empresarios tomó fuerza con el inconformismo de los sectores populares. Las señales más claras de no tener una planificación posible para una pandemia son evidentes. La salud pública, hace años reclama por falta de inversión en el sector, disminución de los profesionales que se reciben de las universidades y una politización que no permite el avance en temas de investigación para la salud.

Según los datos que actualiza diariamente la Universidad Johns Hopkins, ya son 3.778.179 los casos confirmados por COVID-19 en el mundo. En la Argentina hay 5.371 casos positivos, 3.488 activos y 282 muertes.

De acuerdo a cifras publicadas por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en 2018, Argentina tenía una de las tasas más bajas de enfermeros por habitante en la región con 4,,24 enfermeros cada 10.000 habitantes, mientras que Chile contabilizaba 22 cada 10.000, Uruguay 18,9, Paraguay 14,6, Brasil 7,1 y Bolivia 5,1.

Desde el comienzo de la pandemia, empleados de centros de salud públicos denuncian la falta de insumos en varios sectores y miedo por las pocas medidas de contención del virus. “Nos están mandando a una guerra sin armas”, advirtió Claudio Gómez, enfermero del Hospital Ramos Mejía, a un diario local.

La cárcel como desagote social

La mañana del 24 de abril, una brutal represión en la cárcel de Devoto con balas de goma y gases lacrimógenos contra una protesta de los internos selló la evidencia del abandono en el sistema penitenciario. El día anterior se daba a conocer un caso positivo de coronavirus de un preso en la Unidad Penitenciaria 23 de Florencio Varela, donde las protestas y violencia no tardaron en llegar.

En marzo hubo motines en varias cárceles, en las que se exigían medidas de salud frente a la pandemia. La completa falta de medidas que sirvan para mejorar la situación llevaron la situación a un punto de ebullición. La interrupción de las visitas agrava la falta de acceso de los presos a elementos de higiene y alimentos en condiciones y la represión de los familiares afuera de la cárcel deja ver la poca negociación ante la situación.

Asimismo, en el mismo mes de marzo pero de 2019, el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos declaró la «emergencia en materia penitenciaria», la cual se extendería durante tres años. Según el Boletín Estadístico de la Procuración Penitenciaria de la Nación, para el cuarto trimestre del 2019 la sobrepoblación en las cárceles alcanzaba más de 1.200 personas alojadas por encima de la capacidad informada.

El distanciamiento social, una de las medidas más importantes ante un virus cualquiera, evidencia una falla en el sistema carcelario que presenta débiles políticas de salud y hacinamiento en sus plazas. El contexto actual deja al descubierto que durante años se abandonaron las cárceles y solo se tenían en cuenta para enviar más y más reclusos bajo una política de persecución y criminalización. La lentitud de los procesos judiciales empeoró la situación y, ahora, el miedo a la muerte masiva empuja a los reclusos a motines y violencia colectiva.