El informe «I Don’t Know If They Realized I Was A Person: Rape and Other Sexual Violence in the Conflict in Tigray» («No sé si se dieron cuenta de que yo era una persona: Violación y otros actos de violencia sexual en el conflicto de Tigré») revela cómo mujeres y niñas fueron sometidas a actos de violencia sexual por miembros de las Fuerzas de Defensa Nacionales de Etiopía, las Fuerzas de Defensa de Eritrea, la Policía Especial de la Región de Amhara, y Fano, una milicia amárica.
Actos como esclavitud sexual, mutilación, amenazas de muerte y otras formas de torturas fueron experimentadas por mujeres y niñas de esta región con el objetivo de ser degradadas y deshumanizadas.
Entre marzo y junio de este año, Amnistía Internacional entrevistó a 63 supervivientes de violación y otros actos de violencia sexual, 15 de ellas en forma presencial en Sudán y 48 a distancia, a través de líneas telefónicas seguras. Asimismo, se entrevistó a profesionales de la Medicina y personal de ayuda humanitaria que atendían o ayudaban a supervivientes en las localidades de Shire y Adigrat y en campos de personas refugiadas de Sudán, con quienes se habló sobre la magnitud de la violencia sexual y se corroboró información.
En dichas entrevistas, diversas mujeres afirmaron haber sido violadas por soldados, en presencia de otros familiares, en especial mujeres y niños.
En este sentido, Letay, una mujer de 20 años de Baaker, brindó su testimonio: “Tres hombres entraron en la habitación donde yo me encontraba. Era de noche, estaba oscuro […] Yo no grité. Me indicaron por gestos que, si hacía algún ruido, me matarían. Me violaron uno tras otro […] Yo estaba embarazada de cuatro meses. No sé si se dieron cuenta. No sé si se dieron cuenta de que yo era una persona”.
Entre febrero y abril de 2021, los hospitales de Tigré registraron 1.288 casos de violencia de género. No obstante, muchas de las sobrevivientes declararon no haber acudido a ningún centro médico, por lo tanto, es probable que el número de víctimas sea mayor.
Las mujeres que sobrevivieron sufren actualmente problemas físicos y mentales como consecuencia de estos ataques. Muchas de ellas padecen lesiones físicas como sangrado constante, dolor de espalda, inmovilidad y fístulas. Otras dieron positivo en las pruebas de VIH después de haber sido violadas. Insomnio, ansiedad y sufrimiento emocional son síntomas comunes entre sobrevivientes y familiares que presenciaron los actos de violencia.
Para finalizar, respecto al apoyo y contención médica y psicológica brindada a personas desplazadas de la localidad de Shire, en Etiopía, o a los campos de personas refugiadas de Sudán, la secretaria general de Amnistía Internacional, Agnes Callamard, dijo: “La gravedad y magnitud de los delitos sexuales perpetrados es particularmente impactante; constituyen crímenes de guerra y posibles crímenes de lesa humanidad. Degradan los principios humanos básicos y hay que ponerles fin. El gobierno etíope debe actuar de inmediato para impedir que miembros de las fuerzas de seguridad y de las milicias aliadas cometan actos de violencia sexual, y la Unión Africana no debe escatimar esfuerzos para asegurarse de que este conflicto se debate en su Consejo de Paz y Seguridad».