El 26 de abril se estrenó en Netflix «El amor después del amor», la serie basada en la vida de Fito Páez. Consta de 8 episodios en los que se recorren numerosos sucesos privados y públicos del artista, interpretado por Iván Hochman y por Gaspar Offenhenden para la representación en la niñez. Dirigida por Felipe Gómez Aparicio y Gonzalo Tobal.
Las series y películas biográficas ocupan un lugar importante en la producción local de carácter industrial. Carlos Monzón, Eva Perón, Ringo Bonavena, Gilda, Rodrigo y Diego Maradona son algunas de las figuras populares volcadas al audiovisual. Todas siguen casi el mismo recorrido, la previa se concentra en revelar poco a poco quién va a interpretar a quién, adelantar fotos donde se demuestre el parecido. Luego del estreno el juego continúa, entretiene observar la transformación de los actores, la recreación de momentos memorables, confirmar si tal o cual cosa fue real, qué canción va a sonar…
El que mucho abarca…
Pero fuera de ese componente lúdico, podemos observar en los primeros episodios de esta producción una voracidad por contarlo todo, la relación con su padre en la niñez, la historia de su madre, tía, abuelas, la dictadura, la Trova Rosarina, una situación de abuso en su infancia, el encuentro con Charly, Fabiana…
La celeridad con la que necesita recorrer estos temas implica una escasa posibilidad de desarrollar y profundizar en alguno, funcionan más como muestras que como escenas. Pero a medida que avanzan los episodios se pierde ese apuro y la serie comienza a detenerse a procesar más a sus personajes y conflictos. De esta manera, el impacto ya no depende exclusivamente de la memoria emotiva de sus espectadores para reconstruir el todo sino que la serie empieza a ofrecer una curva dramática concreta.
No obstante, podemos señalar como una característica la fluctuación entre estos procedimientos, lo más veloz y el detenimiento se alternan con un criterio más claro. Algo similar sucede con el montaje que buscar generar secuencias de asociación entre el pasado y el presente, muchas veces acompañándose de la música. Algunas de ellas algo problemáticas, como la que va del momento de abuso al erotismo con Fabiana Cantilo, o la decisión de mostrar cómo fue el crimen de las abuelas (que ya había sido contado de varias formas) con un estilo de corte que lo hace parecer un videoclip.
El casting es lo que más resuena en las primeras impresiones que se pueden leer, donde se destacan Micaela Riera como Fabiana Cantilo, Julián Kartún como Luis Alberto Spinetta y Andy Chango como Charly García.