El cambio ya comenzó

Esta afirmación no es un slogan de campaña ni presento mi candidatura a nada, es lo que me deja la marcha realizada el miércoles 3 de junio en nuestro país, en distintas ciudades, que no es una moda ni es marketing, es la demostración de que hombres y mujeres debemos, día a día, empoderarnos de nuestros derechos y de nuestras creencias, porque me niego a que la violencia se siga naturalizando, quiero que se dejen de llenar páginas de la sección Policiales con casos como el de Melina, Wanda Taddei o Ángeles Rawson, entre tantas otras mujeres inocentes que no se visibilizaron.
Es una forma pequeña de poder darle voz a aquellas que no pudieron gritar a tiempo, que tal vez lo hicieron pero que no fueron escuchadas por vergüenza, por miedo, por «el que dirán», porque nadie las iba a ayudar, porque no les iban a creer, por sus hijos tomados como rehenes, porque esa persona es de su familia y supuestamente las quiere. Lamentablemente, podría llenar muchas líneas con los por qué, pero lo cierto es que no existe ninguna excusa, no hay sustento para que ocurran más femicidios.
Es un deber de todos el ocuparnos. Desde hace mucho tiempo especialistas y ONGs feministas lo vienen denunciando, hagamos un cambio de consciencia porque la violencia está ahí presente al acecho, porque todos somos parte de ella, tal vez sin ser conscientes.
Los procesos por los cuales se facilita la violencia son la invisibilización, la naturalización, la insensibilización y el encubrimiento en cualquier tipo de violencia: la física, la psicológica, la económica, laboral, institucional, obstétrica, mediática, sexual y la simbólica.
Los medios y los comunicadores somos responsables (desde lo más mínimo a lo más amplio) en cada una de las palabras que utilizamos para informar, somos constructores de la percepción de la realidad y la significación de todo lo que decimos y omitimos. Resuena en nuestra cultura, en la educación y en todo lo que nos rodea. El «hombre» no debe cargar solo con estas mochilas, desde nuestro lugar debemos ayudar y acompañar, se trata de ponerle fin a este dominio superior en donde se sustentan todos los tipos de violencia, desde lo más íntimo desde la publicidad que nos vende un producto, la novela que miramos, los piropos (mejor dicho, acosos verbales) que se sufren a diario, los programas de entretenimientos que se observan, las canciones y cuentos que se comparten con las niñas y niños.
Es posible el cambio con educación y re-educación, con un cambio de ideas y con leyes que no solo tipifiquen un delito sino que sean activas, reales
La Ley 26.485 no es de ahora queridos políticos, fue sancionada por el Congreso Nacional el 11 de marzo de 2009 y promulgada el 1° de abril de 2009, y varios de esos artículos si estuvieran activos podrían haber evitado muchas de las muertes que hoy mencionamos.
Los femicidios son la forma extrema del patriarcado, cuántas mujeres quieren que sigan muriendo, cuántos hijos sin padres, cuántas familias destrozadas se tienen que sumar a las cifras que no se oficializan porque no hay medios para hacerlo.

¿Cuántas más?

Espero que la marcha demuestre a nuestros representantes que también tienen responsabilidades, porque la sociedad de a poco lo reconoce y es parte de este cambio.

No quiero ser una soñadora, quiero creer en este cambio que no va a ser fácil pero no imposible, quiero que nos respetemos sin diferencias de géneros, quiero que todos seamos parte. Vos, ¿te sumás?