«Y2K» es una divertida ucronía sobre lo que podría haber sucedido con la llegada del año 2000, el momento de un cambio de siglo y de milenio.
Un grupo de adolescentes se preparan para vivir la última noche de 1999 y recibir el nuevo año, si hacemos un zoom en el grupo de jóvenes tenemos a Eli y a Danny, dos nerds que intentan acercarse al grupo de los populares y hasta quizá poder besar a alguna chica cuando el reloj marque las 12. Es el despertar de la internet como la conocemos hoy, así se nos presenta a Eli, quien se maneja fluidamente por la autopista de la información: recibe mails, ve noticias en tiempo real y escucha música en mp3. En la vereda de enfrente está su interés afectivo, Laura, con quien comparte muchos intereses (incluido los tecnológicos), el único obstáculo es que ella tiene novio. Todos se reúnen en una fiesta clásica de adolescentes, lo que resulta bien diferente es que llegado el año nuevo todos los artefactos eléctricos, aparatos electrónicos y demás dispositivos mecánicos empiezan a atacar salvajemente a los humanos.
La primera reminiscencia es a «Ocho días de terror» («Maximum Overdrive», 1986), la primera y única película dirigida por Stephen King, donde unas máquinas se volvían homicidas. A diferencia de tal fiasco que truncó la posible carrera de King en el cine, la autoconciencia de Kyle Mooney (que se guardó el papel del fumón) es el mérito distintivo para evitar la nostalgia con «el diario del lunes», porque se evita referencias a un estado de las cosas actuales, es decir, a una consecuencia desde el presente por algún hecho desconocido desarrollado en el momento cronológico en el cual está emplazado la película. Sin grandes diatribas contra la época, hay un abrazo a lo más cutre, en especial por el intento de puesta en valor de Limp Bizkit, una banda que formaba parte de la escena musical Nu Metal. Es de esta manera que su líder Fred Durst se interpreta a sí mismo, en un devenir que lo ubica casi como un héroe accidental de la trama.
Esta producción de A24 tiene una gran premisa sobre la idea de los miedos que reinaron durante gran parte de 1999 acerca de un posible apagón informático por el cambio de fecha interno de las computadoras una vez llegado el año 2000, algo que por supuesto no pasó (salvo algunos casos muy puntuales). Por momentos, la narración serpentea algunas torpezas, las que cubre muy bien con escenas gore muy creativas. Un verdadero viaje hacia el último tramo del Siglo XX, probablemente un germen de lo padecido hoy en muchos aspectos.
«Y2K» fue dirigida y escrita por Kyle Mooney y contó con las actuaciones de Jaeden Martell, Rachel Zegler, Julian Dennison, Lachlan Watson, Mason Gooding, Fred Durst y Alicia Silverstone.