Aires de vida y esperanza

En abril de 2017 se produjo un nuevo comienzo para él, un llamado del Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (INCUCAI), un operativo desde Montevideo y una tarde-noche movida, marcarían el inicio de una nueva vida, el comienzo de volver a respirar. Conversamos con Iván Cerón sobre el proceso que atravesó a la hora de recibir un trasplante bipulmonar.

Al introducirnos en cómo fue el proceso, Iván nos cuenta que “de nacimiento tuve una insuficiencia pancreática, siempre hubo sospecha de fibrosis quística, pero en ese momento no había estudios genéticos tan puntuales en Argentina, como los hay ahora. En su momento me atendió un genetista en el Hospital Rivadavia, se llevó la sangre del grupo familiar a Alemania pero hubo un inconveniente con las muestras y no se pudo determinar si tenía fibrosis quística”, explica Iván, quien agrega: “Cuando tuve 25 años se pudo dar el diagnóstico de fibrosis quística y, en ese momento, se dio un tratamiento preventivo, ya que hasta esa edad transité una vida normal”.

En relación a cómo llega al trasplante, Iván menciona que “a los dos años de ser diagnosticado, comencé a tener infecciones recurrentes en los pulmones, ahí ya el pulmón comenzó a perder el intercambio gaseoso que deriva en el trasplante. Desde que comenzaron los problemas y me trasplantaron pasó muy poco tiempo, fue un proceso muy acelerado. En 2015 me informaron que había que trasplantar, ya que el pulmón estaba muy deteriorado y era una situación irreversible (estaba en 35% de capacidad pulmonar) y con oxígeno dependiente», explica Cerón, detallando que “en enero de 2015 tuve una asfixia en mi casa y me internaron un mes, me dijeron ‘hasta acá llegamos tenés que hacerte un trasplante’”.

Al momento de explicar cómo es el proceso del trasplante, Iván menciona que «cuando te indican el trasplante y si en el lugar donde estás internado lo realizan (solo el Hospital Italiano y Fundación Favaloro en Buenos Aires), allí te realizan todos los estudios. Primero te realizan los estudios del INCUCAI para ver si la persona es apta para un trasplante -desde un cateterismo hasta un dentista- y, a partir de allí, según la gravedad del cuadro te inscriben en la categoría. Mi situación era muy grave, me inscribieron en la lista de urgencia B y me indicaron un aparato para dormir que se llama bipap que da aire a presión y fuerza el intercambio gaseoso en el pulmón, ya que tenía mucha retención de aire e implicaba que no saliera el dióxido de carbono, entonces te puede dar una intoxicación”, enfatiza Cerón, quien explica que ”las categorías pueden ser emergencia nacional, A o B o electivos, que serían que están en vías de recibir un trasplante, pero estas categorías se van modificando a medida que va avanzando el cuadro”.

Finalmente, y entrando en el proceso de trasplante, Iván explica qué significa ser compatible: “Cuando te inscriben en la lista de espera, además de todos los estudios te miden, por ejemplo, cómo era el pulmón, la caja torácica y estatura, distintos puntos tienen que coincidir: el tamaño del órgano, el tipo de sangre tiene que ser el mismo y el complejo de histocompatibilidad. Para calmar la ansiedad te dicen que te pueden llamar a partir del año y medio, y a fines de abril de 2017 me llamaron un domingo alrededor de las 19 horas. Mi mamá había venido a almorzar, la acompañé a tomar el colectivo y, cuando llegué, tenía llamadas perdidas y de repente me suena el teléfono fijo y era mi vieja que me dijo: ‘Iván, te están llamando de Favaloro’. Me volvieron a llamar al celu y me dijeron que hay un operativo y ‘queremos saber si querés participar, porque vos tenés que dar el ok’ y dije ‘obvio’ y me tiré de cabeza a Favaloro. Había estado esperando dos años. En mi caso, los pulmones vinieron de Montevideo, preparé todo y cargué la mochila de oxígeno. Fui en taxi y cuando llegué tenía que entrar por Guardia, y no le podía decir a qué iba porque me puse a llorar… ‘ah vos sos el del trasplante’, me dijeron. Fui solo a internarme porque estaba tan ansioso y luego llamé a mi mamá y mi mejor amigo, a las 3:33 horas me pusieron la anestesia y lo último que vi fue el reloj”, narra Cerón, quien agrega que “hasta último momento no sabés si te trasplantan, por el estado del órgano, es por eso que te llevan a quirófano con un tubo de ensayo con sangre que te sacan para hacer el último estudio de compatibilidad que se llama cross-match. Si eso está bien y el órgano también, ahí te implantan. Cuando desperté, vi a mi mamá y mi papá y escuché que me dijeron ‘ya estás operado’, que no me moviera por el respirador. La operación duró seis horas y algo y, para el día siguiente, ya me habían sacado lo que es oxígeno y respiración asistida”.

Al concluir la conversación, Iván rescata que “en mi caso la recuperación fue rápida, a los diez días estaba en mi casa, hice rehabilitación cardiopulmonar, biopsias para controlar rechazos, inmunosupresión con distintos medicamentos. Luego de dos años empecé a hacer un pequeño rechazo, eso impacta en la capacidad pulmonar, que perdí un 50%, a veces me agito y los controles son cada seis meses”. Para finalizar, menciona que desde que entró en vigencia la Ley 27.447 de trasplante de órganos, tejidos y células, creció muchísimo la cantidad de trasplantes efectivos. Una historia de tantas que suceden en lo cotidiano, pero que es fundamental que todos la puedan compartir, con la fuerza, tranquilidad y entereza que Iván la transmite.

Artículo elaborado especialmente para puntocero por Fernando Otondo.