Árbitros de NBA en la mira

Quienes recuerden a la NBA de las décadas de 1980 y 1990 tendrán en mente la flexibilidad de los arbitrajes por el contacto físico, en especial en las jugadas de la zona pintada, el área donde se trenzan los pívots (hoy conocidos como “número 5″). Como consecuencia, las peleas mano a mano estaban a la orden del día y las grescas culminaban con varios expulsados y una repartija de suspensiones acompañadas de multas económicas a los involucrados.

Durante el nuevo siglo, se bajó una directiva para cambiar el espíritu arbitral y, por ende, un radical giro para reacomodar la conducta de los jugadores. El hecho bisagra se dio en el encuentro del 19 de noviembre de 2004 entre el local Detroit Pistons (actual campeón en ese entonces) e Indiana Pacers, del cual se generó una batalla campal a pocos minutos del final del encuentro. No solo entre los jugadores sino con los espectadores, un puñado de ellos como importantes culpables del lamentable suceso. El incidente tuvo la dedicación especial de un capítulo en la serie deportiva documental “Untold” de Netflix, intitulado “Malice in the Palace”.

No solo la nueva política de tolerancia cero para los hechos violentos recayó sobre los jugadores, técnicos y asistentes, también involucró al público. Es así que cualquier insulto o comentario despectivo hacia un jugador puede significar la expulsión del estadio e, incluso, ejercer el derecho de admisión para futuros juegos. Uno de los últimos pleitos entrelazados de jugadores y espectadores fue en el cotejo entre Los Angeles Lakers y Houston Rockets en el entonces todavía llamado Staples Center. Los protagonistas de la pelea inicial fueron Brandon Ingram (de Lakers) y Chris Paul (de Rockets) y todo prosiguió con una rencilla entre varios jugadores. Ambos fueron expulsados, siendo Ingram el principal sancionado por arrojar un puñetazo por detrás. Al salir Paul rumbo al vestuario fue increpado por el cantante Anthony Keidis, quien fue inmediatamente expulsado del estadio por su acción.

Para la presente temporada, después de varias semanas de estudio, la NBA dictaminó una nueva regla llamada “flopping”, la cual consiste en sancionar con una falta técnica al jugador que exagere un foul o intente provocar un contacto físico innecesario con el objetivo de obtener tiros libres. La regla provocó algunas críticas debido a la gran carga interpretativa que posee, ya que el árbitro define si aplica la regla de acuerdo a su criterio. En los primeros juegos de la temporada se aplicó con severidad el “flopping”, incluso, en ambos equipos en un mismo juego para resaltar un cierto carácter neutral. En el transcurso de la temporada los cobros de la regla mermaron, al punto de tener noches enteras sin sanciones de este tipo.

Puede pensarse una posible lectura sobre la creación del “flopping” y es, sencillamente, la de provocar un adoctrinamiento a los jugadores, como búsqueda de respetar el espíritu del juego: pensar en convertir los tiros y no en especular con las faltas rivales. De manera contradictoria, los árbitros se muestran más estrictos que en las temporadas anteriores, y para encender la alarma están exhibiendo contradicciones evidentes sobre acciones idénticas o similares. Uno de los árbitros bajo la lupa es Jacyn Goble, el encargado de cobrar una falta inexistente en el último segundo del juego entre el local Houston Rockets y New York Knicks. Aaron Holiday hizo un último disparo de tres sobre la chicharra en el último cuarto, contra Jalen Brunson, quien levantó sus brazos hacia él sin generar ningún contacto físico durante el tiro, solo hubo un leve roce una vez que su adversario regresó a una posición natural. Goble entendió que existió falta y le dio a Houston tres tiros libres. Para tirarle tierra a esa decisión, el juez principal Ed Malloy consideró que el juego debía terminar una vez que Holiday efectuara los tiros, a pesar de que el reloj marcaba 0.3 décimas de segundo para finalizar el último parcial.

En declaraciones a la prensa, Malloy reconoció que la falta no existió. Los únicos jugadores en expresar un descontento fueron Josh Hart y Precious Achiuwa. Es necesario recordar que la NBA también tiene una férrea política contra las declaraciones en contra de los desempeños arbitrales y de las autoridades de la liga. De tal forma, el técnico Tom Thibodeau solo mostró su pesar por la derrota y el propio Brunson, damnificado directo del hecho, evitó hacer declaraciones sobre la jugada puntual.

Goble, en una misma situación en el final del juego entre Boston Celtics y Los Angeles Lakers del 23 de enero del año pasado, ignoró una falta clarísima sobre LeBron James cuando penetró la zona pintada para efectuar una bandeja. Su rival le bajó el antebrazo, lo que le imposibilitó conectar el tiro. El juez señaló que no hubo falta, por lo tanto, dentro del tiempo reglamentario el juego finalizó empatado y, en el tiempo extra, Celtics se llevó la victoria 125 a 121.

Situaciones como esta se presentan con mayor frecuencia en la liga y hacen replantear puertas adentro algunos cambios para evitar la suspicacia, aunque el feroz crecimiento de los sitios de apuestas ronda como principal motivo para fundamentar ciertos fallos arbitrales, aunque todavía sin pruebas concretas. En el partido entre Rockets y Knicks, el local pagaba considerablemente más por una victoria que por una derrota. Inevitablemente, el foco está sobre el arbitraje, un problema que se avecina como conflicto para el comisionado Adam Silver.