Cannabis y la guerra al dolor

Según un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Guelph (Canadá) publicado en la revista Phytochemistry esta semana, las moléculas de la planta de cannabis pueden llegar a ser hasta 30 veces más potentes que la aspirina para aliviar dolores.

Con una combinación de bioquímica y genómica, científicos lograron determinar cómo el cannabis produce dos moléculas importantes llamadas cannflavina A y cannflavina B, también conocidas como flavonoides y descubiertas por primera vez en 1985, si bien durante muchos años la investigación sobre las mismas se paró debido a la alta regulación que existía en todo lo relativo al cannabis.

Tratamiento del dolor

No solo este estudio asegura este hallazgo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció la escalera terapéutica para el tratamiento del dolor, en la cual los opiodes constituyen la principal opción para el tratamiento del dolor asociado a cáncer moderado a severo. Las terapias complementarias aprobadas pueden incluir antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), corticosteroides, anticonvulsivantes y antidepresivos.

Los derivados de la planta de cannabis, llamados cannabinoides, son estudiados desde hace muchos años para el tratamiento del dolor, epilepsia, náuseas y vómitos inducidos por la quimioterapia y otras condiciones médicas. Por esta razón, se decidió evaluar la eficacia y la seguridad de los cannabinoides en el tratamiento del dolor.

Cannabis versus opio

Según el Informe de Evaluación de Tecnología Sanitaria (ANMAT), «Cannabinoides y Dolor», el uso de cannabinoides permitió reducir la dosis de opioides, como así también suspender otros esquemas terapéuticos adyuvantes como antidepresivos tricíclicos, dexametasona u ondansetrón. Se evidencia, de esta manera, el rol de los cannabinoides como tratamiento adyuvante para el dolor.

En la actualidad esta sustancia es legal en Canadá, por lo que los científicos quisieron analizar cómo se hacen estas moléculas. «Hay muchos genomas secuenciados que están disponibles públicamente, incluido el genoma de cannabis sativa, que se pueden extraer para obtener información. Si sabés lo que estás buscando, uno puede dar vida a los genes, por así decirlo, y reconstruir cómo se ensamblan moléculas como las cannflavinas A y B», remarcaron los expertos.

Sin embargo, los investigadores reconocieron que estas moléculas están presentes en niveles «muy bajos» en el cannabis, por lo que sus esfuerzos actuales están enfocados en desarrollar un sistema biológico capaz de crear estas moléculas en grandes cantidades.