Pasaron casi 20 años desde que en la mañana del 18 de julio de 1994, en pleno corazón del barrio porteño de Once, ocurriera el atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) que dejó el trágico saldo de 85 muertos y más de 300 heridos. La investigación, si se puede llamar de esta manera, que le siguió al hecho es conocida por todos.
Antes de la vigencia del memorando que se debatió durante las últimas semanas en la Cámara de Diputados de la Nación, la causa estaba paralizada. Por eso llama poderosamente la atención el argumento de las fuerzas opositoras al gobierno nacional en el debate sobre las consecuencias calificadas como nefastas de llevar adelante el acuerdo con Irán para realizar indagatorias a los sospechosos de dicho país. Para ejemplificar la escasa (o nula) profundización sobre las causas del ataque a la mayor comunidad latinoamericana alcanza con citar las palabras del por entonces presidente Néstor Kirchner en el año 2005, que tituló como «deshonra nacional» a la falta de interés en encontrar respuestas. Por otra parte, resultaría muy extraño que el propio seno del Frente para la Victoria (FpV) contradiga, con el tratamiento del caso impulsado días atrás, al llevado adelante por Kirchner, cuando en septiembre de 2007 se presentó en Naciones Unidas para denunciar la falta de colaboración iraní en la causa AMIA.
Con respecto a la quietud del tema, sorprenden las palabras de Pablo Tonelli, diputado del PRO, que expresó que a través de este acuerdo presentado por el FpV y que ya es ley, se frenan los avances logrados en la causa. ¿Avances? ¿Logros? Hasta el momento, los especialistas en el asunto como Horacio Calderón, analista internacional y quien elaboró una carta que envió al gobierno de Menem para alertar sobre la posibilidad de un segundo atentado (recordemos el hecho ocurrido en la Embajada de Israel el 17 de marzo de 1992 y que dejó 29 muertos, además de varios heridos) que fue ignorada, concuerdan en que la investigación es inconsistente en todo sentido y jamás tuvo iniciativa en buscar la verdad.
Hoy, con esta ley ahora vigente, se da un paso. El tiempo y la energía con la que se oficie dirán si solo se trata de un acto demagógico por parte del gobierno de turno, una búsqueda sincera por la verdad y la justicia, o simplemente un intento fallido por encontrar una respuesta en fuerzas que, política y económicamente, son superiores en un mundo que cambia constantemente para todos. Para los que ya no están, para los que estamos y para los que vendrán. Justicia.