Si vivimos en grandes ciudades de asfalto y luces (y no tanto) somos espectadores de este fenómeno. Una actividad que contrasta con la dinámica de los autos que, entre humo y ruidos, vemos ir y venir sin descanso. Contrasta, y a su vez pareciera encajar con el paisaje de la urbe al que estamos tan amoldados. Los carros que se ven en las calles tirados a caballo generan una disparidad de controversias: unos ven una molestia, algunos ven víctimas de la injusticia social y otros ven victimarios que someten a los animales a una vida abusiva y antinatural.
En esta oportunidad, el debate tiene riendas sueltas en Tucumán. Desde el Concejo Deliberante de la capital provincial fue aprobado un proyecto para dejar fuera de circulación a los carros de tracción a sangre y reemplazarlos por motocarros.
El cuestionamiento por esta problemática viene gateando en la provincia desde el 2007, donde se llevó a cabo un relevamiento de los carros, los patentaron y censaron a las personas que se dedican a la actividad. La idea de «Puntos verdes», como se nombró a la iniciativa, fue mantener a la actividad regularizada, al impedir, por ejemplo, circular en las avenidas más importantes.
Para este año, la propuesta viene reinventada de la mano de la campaña «Basta de TAS» (tracción a sangre). Desde el municipio se nutrieron de este movimiento sustentado por la «Acción Animalista Libera!» y surgió este proyecto que busca detener el sometimiento y los maltratos a los que son expuestos los caballos utilizados para caminar en el asfalto durante largas jornadas, generalmente sin cuidados especiales.
La iniciativa es un gran ejemplo a seguir, un avance en materia de protección animal. Ahora bien, no lo es en inserción laboral. Con o sin el caballo cansado, estas personas siguen recorriendo las calles en busca de una fuente de ingresos.
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