Comenzó el segundo día de Contracampo, un encuentro de cine argentino que se propone de forma paralela al Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. En la mañana de este sábado 23 de noviembre se realizó la primera charla en la Librería El Gran Pez en la ciudad balnearia.
Los oradores invitados fueron Vanessa Pagani, Amparo Aguilar, Pablo Piedras, Pablo Chernov, Paula Zyngierman y Delfina Montecchia. Las preguntas disparadoras rondaron la reflexión sobre qué modelo de fomento necesitamos y en qué lugar quedó la comunidad audiovisual frente a este embate político.
Qué INCAA necesita el país
«No lo cierran porque tiene un costo político y porque está bueno tener al INCAA vivo para cada tanto cachetearlo en público. Es una suerte de punching ball discursivo», dijo Pablo Chernov en la apertura de la charla. «Queremos hacer nuestro trabajo y que no sea una carrera de obstáculos», agregó.
Amparo Aguilar, parte del Espacio Nacional Audiovisual, expresó que «el cine no solo no ha muerto sino que tiene una misión (…) el cine nos regala tiempo, escucha, sosiego, nos permite producir imaginación. Es por su potencia que nos combaten, el cine argentino no es ni tan caro ni tan fracasado. Hay que dejar de lloriquear y venir a hacer química con otros», y esta idea de dejar de lloriquear se repitió bastante en las distintas intervenciones.
«No importa qué INCAA queremos nosotros sino qué INCAA necesita el país. Lo que están debatiendo es la noción de país», continuó Amparo. «Parte de lo que está pasando se da por haber tenido una política de producción y no pensar que las películas deben trabajarse desde el Estado desde el desarrollo hasta la exhibición. La exhibición era nuestra pata floja y lo sabíamos y lo padecíamos. Tendríamos que haber exigido que cuenten los espectadores como corresponde (…) hoy somos carne de cañón porque nuestro Instituto no contó los espectadores como corresponde».
Hace muchos años que criticamos el INCAA en privado
Delfina Montecchia agregó: «Conozco gente que en gestiones anteriores presentó proyectos para la educación de las audiencias y le respondieron que ese no era un tema importante porque lo importante era el fomento. Hay que dejar de hablarnos a nosotros mismos y mirar un poco para afuera. El INCAA es de todos, de quienes quieren hacer cine y quienes no. Abramos la puerta y este diálogo tiene que ser más amplio».
Paula Zyngierman dijo que «hay que hacerse cargo de que lo que está pasando es una consecuencia. Arrastramos muchas debilidades de nuestro sistema y cuando tuvimos que reclamar fueron los nuestros los que no nos dieron bola (…) hace muchos años que criticamos el INCAA en privado. Cuando tuvimos un interlocutor necesitábamos a la comunidad audiovisual no para decir que en el INCAA no sobra nadie sino para reclamarle al INCAA que funcione», y cerró: «Participar tiene que ser una acción sostenida. No puede ser solamente pararse en la puerta del INCAA con una cacerola».
La participación del público
Luego de que los oradores hicieran su exposición, se abrió el micrófono a quienes asistieron para que puedan hacer preguntas o presentar sus posiciones. Allí aparecieron preguntas sobre los incentivos fiscales, el federalismo y el rol de la educación. «No he visto una universidad participando de las discusiones por la cultura porque estaban discutiendo por la educación. ¿Por qué tendrían que ser cosas separadas?» dijo, por ejemplo, Jimena Salas Perilli desde el público.