Crisis institucional en Perú

El pasado miércoles, la democracia peruana volvió a tambalearse cuando su ahora expresidente, Pedro Castillo, trató de disolver el Congreso y decretar un gobierno de excepción, lo cual en cuestión de pocas horas terminó con su detención.

En la figura de Castillo se vio encarnada la imagen del hombre humilde, el maestro rural que asumía con la misión de representar a los más postergados del pueblo peruano. No obstante, a pesar de haberse beneficiado de la crisis política e imponerse en las elecciones de 2021, no logró la base de sustentación necesaria ni la credibilidad política para desplegar su plan de gobierno, en el caso de haber contado con uno.

Tras reiterados intentos por destituirlo, el pasado miércoles Castillo en un intento de emular el accionar del exmandatario Alberto Fujimori anunció un autogolpe. La diferencia con su antecesor radicaría en la falta de apoyo militar, empresarial y de los medios de comunicación.

Este sería el principio del fin para un presidente que nunca logró el apoyo del establishment y que, finalmente, terminaría siendo entregado a las autoridades por su propia custodia, a expensas de su pedido de asilo en la embajada mexicana.

Actualmente la sustituta de Castillo es Dina Boluarte, la primera mujer que preside Perú, proveniente de la Izquierda, quien en su primer discurso convocó al diálogo.

El saldo para Perú es nuevamente la crisis institucional, las redes de corrupción y congresistas bajo lógicas clientelares con escaso reconocimiento por la investidura presidencial.