Un nuevo eslabón en la carrera del director Pedro Almodóvar se presenta desde el pasado jueves en salas, hablado en inglés y con dos divas de la actuación: Tilda Swinton y Julianne Moore.
«La Habitación de al Lado», tal su título, se inscribe sin ninguna duda en esta última etapa del manchego, comenzada con «Dolor y Gloria», en la que la muerte se apersona como una alternativa de probable ocurrencia y el tono de su narrativa se agrava.
El idioma elegido para el film contribuye a que, lo que tal vez hubiera constituido un verdadero melodrama en español, se distancie del espectador haciendo proferir en los discursos y reflexiones de sus protagonistas, manifestaciones un tanto distantes, alejadas de la emoción con la que el realizador solía envolver sus historias.
Las actuaciones conllevan cierto grado de desigualdad, brilla Swinton en contundente protagónico, con sus sutilezas y claroscuros de esta corresponsal de guerra en etapa terminal de su cáncer, por sobre Julianne Moore, la amiga de la juventud que decide acompañarla en este último periodo.
La muerte es homenajeada aquí desde la libertad de elección, priorizando la eutanasia, prohibida en España, por sobre el sufrimiento estéril. También es homenajeada y revisada desde la literatura y desde el cine, «Los Muertos» de James Joyce y su traslación al cine por John Huston.
Es un Almodóvar más despojado, ya sin esa necesidad de la comicidad furibunda ni la provocación más artera de otrora e, igualmente, consustanciado con las denuncias a la desprotección del medio ambiente y la virulencia de la derecha.
Pero, al mismo tiempo, es el Almodóvar de siempre, en su rigurosidad estética, en la elección de los tonalidades y de las locaciones, en la música de su habitual acompañante Alberto Iglesias, y en los impactantes coloridos con los que decide despedir bellamente el adiós a la vida.