Devoradores de loto

Luego de seis episodios, el pasado domingo finalizó la miniserie creada por Mike White, «The White Lotus». Esta especie de culebrón oscuro producido por HBO se ubica en un hotel hawaiano durante siete días fatales atravesados por las neurosis de clase.

Sabemos desde el primer momento que alguien murió y alguien asesinó en el hotel White Lotus y, a partir de esto, la serie se organiza en forma de racconto para revelarnos cómo fue la semana previa y conocer a una serie de huéspedes que van a contaminar y destruir el concepto relajante del paisaje paradisíaco. El puñado de personajes maneja una intensidad previsiblemente enloquecedora. Episodio a episodio, las distintas tramas se entrelazan y se potencian entre sí, tensando los hilos cada vez más, hasta generar un clima en el que cualquier cosa puede descontrolarse en cualquier momento.

Kabuki tropical

«La meta es desaparecer tras las máscaras, ser colaboradores agradables. Es Kabuki Tropical», le dice Armond a la nueva empleada del hotel, Lani (Jolene Purdy), que mientras asiente con la cabeza sabe que ella también está ocultando algo. Con esa instrucción reciben a un nuevo grupo de visitantes.

Por un lado tenemos a la disfuncional familia Mossbacher compuesta por Nicole (Connie Britton), una mujer exitosa con una tendencia a dominar el orden y el control de las cosas; su esposo Mark (Steve Zahn), que se cree enfermo de cáncer por una inflamación en los testículos; Olivia (Sydney Sweeney) y su amiga Paula (Brittany O’Grady), ambas abúlicas, engreídas e incompasivas; y Quinn (Fred Hechinger), abducido por la pantalla de su celular.

También están los recién casados Shane (Jake Lacy) y Rachel Patton (Alexandra Daddario): mientras él inicia una puja con el gerente del complejo Armond (Murray Bartlett) por una confusión con la suite, ella descubre lo que es estar casada con un joven mimado, adinerado y caprichoso. Y por último, se encuentra la solitaria y desequilibrada Tanya McQuoid (Jennifer Coolidge), que tiene como objetivo tirar las cenizas de su madre al mar y a la vez comienza a obsesionarse con Belinda (Natasha Rothwell), gerente del spa.

Lotófagos

Para la cámara no hay secretos, salta entre los puntos de vista como testigo de todo lo que los personajes intentan mantener oculto detrás de la parafernalia distendida de las vacaciones. La comedia se presenta en el tono melodramático de los pequeños conflictos, mientras que por detrás se construye ni más ni menos que la representación del status quo en el que algunas personas existen mientras otras les sirven, en donde algunas hacen lo que quieren mientras otras tienen que hacer cosas que no quieren hacer.

Sobre este conflicto, que funciona como el tema en sí de la serie, podemos observar distintos grados de distancia y cercanía entre clases que plantean el indefectible dominio y provecho de unas sobre otras. Rachel y Armond en relación a Shane y su madre Kitty (Molly Shannon), por ejemplo, también Kai (Kekoa Kekumano) en relación a Paula y la familia Mossbacher, y Belinda en relación a Tanya. «A veces cuando los veo comer, me provoca sacarme los ojos», también dice Armond.

Con las piezas ubicadas, Mike White comienza a hacer movimientos pequeños que incrementan la incomodidad sin apurarse y disfrutando de la comedia amarga que surge de la inminente tragedia.