El bipartidismo en Argentina

Tras el colapso a partir de 2001 de los partidos tradicionales y sus estructuras clásicas, fueron surgiendo candidatos e ideas nuevas de la mano de agrupaciones políticas que aparentemente jugaban a ser algo diferente a lo clásico y otros que retomaron ideas de varias décadas atrás.
Así como el Frente para la Victoria de la mano de los Kirchner al comienzo y luego Cristina y su equipo cooptaron a los votantes de tradición peronista de izquierda y renovaron la confianza para con su partido que, por principios o utilidad, tomaron las medidas justas que legitimaron su poder y lo sostuvieron gracias al aparato del PJ clásico, por otro lado surgió el PRO como partido que contiene al ala más conservadora, en este momento, del radicalismo y todo lo que está a su derecha.
Obviamente, en el medio de ambos partidos podemos encontrar y ubicar a múltiples sectores con sello político propio y hasta referentes de ambos sectores pero, en definitiva, el mapa electoral en este momento se basa en kirchnerismo y antikirchnerismo, es decir, en un bipartidismo que por un lado contiene a los más progresistas y «demagogos» y, por el otro, a los más conservadores en materia social pero más liberales en términos económicos.
Si analizamos el resultado de las útlimas elecciones, que derivaron en un ajustadísimo balotaje donde Mauricio Macri salió victorioso, y donde quedó claro que la mayor parte de los votantes se pudieron encontrar parados en alguno de los dos partidos, podemos hacer un paralelismo con los resultados electorales para empezar a hablar de los países vecinos. Tanto en Uruguay como en Brasil hubo balotaje entre un candidato «populista» o «demagogo» y otro corporacionista y, como dato de color, con el apoyo de una buena parte de los medios privados. Si vamos a la política propia de los Estados Unidos podemos encontrar un bipartidismo que se remonta a casi 100 años. Demócratas y Republicanos vienen disputándose el poder y turnándose para, al final, mantener lo que al menos a este cronista le parece un status quo de las élites financieras y armamentistas que controlan al país del norte.
Si bajamos a nuestro territorio y analizamos lo sucedido entre octubre y noviembre podemos ver cómo algunos candidatos o figuras van tratando de acoplarse a alguno de los sectores de este bipartidismo que quiere venir para quedarse. Por un lado encontramos a Alfonso Prat Gay, quien formó parte de la fallida unión de partidos UNEN y quien supo administrarle la fortuna a Amalita Fortabat como también un poco mencionado pasado en JP Morgan (imperio financiero mundial), como ministro de Hacienda y encargado de manejar la economía, más que nada, desde el aspecto financiero y en relación a las inversiones extranjeras. Prat Gay en las anteriores elecciones estaba aliado a Victoria Donda, a quien perfectamente podríamos encasillarla en un opuesto a JP Morgan. Si en algún momento vimos a Luis Juez como alguien independiente a este bipartidismo, hoy queda refutado cuando lo vemos con previos acuerdos con el PRO.
Con respecto al peronismo y a qué jugaron en las últimas elecciones, hay unas cuantas cosas para analizar pero que, sin informaciones que seguramente sean confidenciales, parece imposible comprender. ¿Parte del peronismo jugó a perder para perjudicar el liderazgo de Cristina Fernández de Kirchner y los que la rodean? Difícil dar una afirmación al respecto. Es interesante saber que tanto Sergio Massa como José Manuel De la Sota decidieron apoyar implícitamente (o tal vez no tanto) a Macri en el balotaje, por más que provengan del peronismo. Esto puede significar que decidieron romper con las banderas tradicionales del PJ, romper al FpV, para asumir el liderazgo o que, tal vez, hayan sido peones de un plan maquiavélico para retomar un camino económico que Argentina había decidido abandonar. El tiempo seguramente nos aclare estas cuestiones.
Si focalizamos en la provincia de Buenos Aires podemos encontrar a candidatos que se mueven entre sectores del peronismo, como Martín Insaurralde, quien amagó con ir con Massa para terminar como candidato a gobernador de Daniel Scioli. Está más que claro que la disputa electoral entre el Frente Renovador y el Frente para la Victoria fue más una interna peronista que una pelea entre diferentes partidos. Quedó expuesto cuando intendentes fueron paseando por ambos sectores sin ninguna culpa, ya que en el ámbito más municipal es donde se ve con mayor precisión la manera en que el peronismo se suma a los trenes ganadores para conservar el poder.

El rol del radicalismo

Queda también para el análisis de próximos movimientos políticos qué será del radicalismo, que supo ser un partido con proyecto político en su totalidad y en estas últimas elecciones pareció ser vagón de carga de un proyecto económico liberal como lo es el del PRO. Somos muchos los que respetamos a la UCR por tradición, valores e historia, pero también somos unos cuantos los que nos desilusionamos cada vez que dejó de lado su lugar de partido con raíces «revolucionarias» para ser una estructura burocrática más que permitió a la Argentina perder parte de su soberanía económica. Uno esperaba que Cambiemos conformara una coalición para contener desde el radicalismo el respeto por la República y las instituciones que tanto defendieron durante su historia y que de lo económico se ocupara el PRO, pero al parecer esta posibilidad habría quedado desechada a partir de la manera de gobernar de Mauricio Macri mediante decretos.
El destino de nuestro país es debatirse entre elegir a peronistas o antiperonistas pro establishment, y la duda siempre será si los primeros también serán pro establishment o no. El rol de la izquierda será la de poner palos en la rueda para que el país no pueda girar demasiado hacia la derecha. El rol nuestro, como votantes, será definir internas partidarias.