El mundo se puso raro

Pasó otra semanita totalmente normal para el Gobierno Nacional, y cuando hablo de normal quiero decir plagada de quilombos, denuncias, renuncias y desequilibrios mentales.

Sigue el bardo en el Ministerio de no se qué mierda Humano que, a esta altura, ya debería catalogarse como Inhumano. La cuestión es que mientras toda la oposición y la opinión póblica se cargan a la ministra, el «magnocéntrico» liberador de cadenas mentales, Javier Milei, defiende a capa y espada a Sandra Pettovello. A esta hora, ya más de uno supone que debe hacer unos petardos bíblicos.

Ahora resulta que la comida que hasta hace una semana era inexistente sí estaba, y que que no estaba vencida, aunque sí se estaba por vencer en pocos días, como denunció Juan Grabois. Ante esta situación, la Justicia intimó a que presenten inventarios y repartan el morfi por todo el país, pero el Gobierno -dando claras muestras de los hijos de puta que son- apeló esta medida y denunció a través de su Secretaria Legal y Técnica que los fiscales y jueces son militantes. Acá tampoco vamos a defender a fiscales y jueces.

Finalmente, la Cámara le dio la razón al Juez y obligó al Gobierno Nacional a repartir la comida en un plazo de 24 horas. En el medio, estuvo la mediación entre el dirigente social Juan Grabois y la abogada del Estado en esta cuestión, Leila Gianni, que fue una payasada a la altura de ambos, a la que no faltó una guardaespaldas enfierrada e insultos y chicanas cara a cara entre ambos.

Si bien a Grabois lo tenemos en el radar hace rato, queremos darle la bienvenida a Leila, una panqueque que busca superar a Daniel Scioli: la mina militó por Cristina Fernández, hizo campaña por Sergio Massa, se tatuó un pingüino por Néstor Kirchner y ahora defiende a Javier Milei con remeras de un león y gorrita que dice “Las Fuerzas del Cielo”. Mención aparte al TikTok que subió minutos antes de presentarse en la Justicia, donde simulaba leer el expediente.

Los quilombos para el amador de hermanas no paran, y se le complicó en la Cámara de Diputados por una ley de reforma jubilatoria que le metieron por la ventana con una votación de más de dos tercios que le dejó el upite sangrando, y que le va a costar más guita al Gobierno del presupuesto.

El Presidente apeló a su diplomacia ya conocida para referirse a los diputados como degenerados fiscales y amenazó con vetar la ley bajo la frase “me importa tres carajos”. Básicamente, le importan tres carajos que los jubilados cubren un 8% más para poder comprar remedios.

Siguiendo con su tour mediático, el domador de perros fantasma interrumpió una de las conferencias de prensa del tuitero presidencial, Manuel Adorni, y tiró un par de máximas maravillosas como “Pettovello es la mejor ministra de la historia”, cuando le preguntaron por la reforma Estatal que quería hacer dijo que Google tiene una aplicación de Inteligencia Artificial para hacer este tipo de reforma, y cuando le preguntaron por su hasta hace dos semanas mejor amigo, Nicolás Posse, dijo que es historia pasada. ¿Mirá si la Inteligencia Artificial le dice que es demasiado pelotudo para ser presidente?

Finalmente, Milei cerró la semana dando una charla ante empresarios y, después de vanagloriarse por el despido de 25.000 empleados públicos, anunció de forma casi orgásmica que piensa rajar a 50 mil más. Para diciembre va a tener que tener muy bien vallada la Casa Rosada.

Otra de sus frases gloriosas durante este ágape fue: “Soy el topo que destruye el Estado desde adentro”, y cerró de una forma digna de un desequilibrado mental al decir que se siente como un Terminator que llegó desde un futuro apocalíptico para evitarlo. Es tan boludo que no entendió la película. Terminator llegó del futuro para evitar que este cambie.