El 7 de enero el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires “presentó” 45 vagones de origen chino que reemplazarán a la flota belga de la línea de subte A. Una muy buena noticia, sobre todo si tenemos en cuenta que esta tiene casi 100 años de antigüedad.
Por este motivo, el servicio de esta línea de subterráneos se encuentra interrumpido desde el 12 de enero y será retomado el 9 de marzo. Dicha programación despertó duras quejas en los usuarios quienes, seguramente, deberán viajar en colectivos muy llenos durante estos 60 días.
Es habitual que los vecinos, usuarios o afectados en el corto plazo por este tipo de obras o construcciones protesten por las famosas “molestias ocasionadas”. Por ejemplo, durante la construcción del viaducto de Avenida Monroe durante 2011, los vecinos de Villa Urquiza, Coghlan y Belgrano se quejaron con fuerza e insistencia por los ruidos y desviaciones en el tráfico. Personalmente, las encuentro muy llamativas a estas críticas. En dicha zona era realmente necesario generar mayor fluidez de tráfico. Lo mismo sucedía donde actualmente existe el bajo nivel de la calle Manuela Pedraza. Por otro lado, un viaducto mejora las zonas aledañas a las vías de tren y evita que los conductores esperen para cruzar la barrera.