Estado crítico

Todos los 30 de junio son una fecha especial en el universo futbolero. No se trata de ningún aniversario de alguna conquista: es el día del calendario en que suelen terminar préstamos, jugadores que se van o vuelven a sus clubes y contratos que se terminan. Este último punto es el tema de este año, ya que la pandemia de COVID-19 y la falta de protocolos para el regreso a la actividad en el fútbol argentino hicieron estragos en las instituciones de cara al futuro.

Son cerca de mil jugadores de todas las categorías los que, al día de la fecha, se encuentran sin contrato. No se trata de que las partes no llegan a un acuerdo económico… ojalá fuera ese punto. Al no haber actividad, varios clubes no tienen ingresos y abarca hasta a las instituciones de las categorías de ascenso de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA).

Muchos de los planteles de la primera división no pudieron renovar vínculos con diversos jugadores, otros a la hora de extenderlos optaron por una baja salarial o mantener los mismos números y se estima que el próximo torneo será de características «low cost». Por su parte, varios profesionales optaron por continuar sus carreras en países con una moneda fuerte, algo no muy difícil ante la constante devaluación del peso argentino o la imposibilidad de acceder a las cifras en dólares para los afortunados que tenían sus contratos en moneda extranjera.

Ahora bien, si la situación en la división de élite es angustiante, en las categorías de ascenso es dramática, y esta vez es de verdad. Muchas veces se dijo que la Primera Nacional, Primera B y Primera C están en terapia intensiva, pero siempre se encontró una solución (un parche, sería la definición exacta) para que la pelota siga girando. Hoy por hoy es distinto a ese pasado «feliz».

En la segunda división, muchos equipos encararon la temporada con la idea de ascender. Por lo tanto, arribaron muchos jugadores de renombre y con contratos «top» para la divisional. Los clubes aceptaron ese desafío económico, pero no esperaban lo que ocurre actualmente y la salida es la no renovación de los vínculos y una depuración obligada de los respectivos planteles. Salvo clubes con aportes privados o gerenciados, la situación se repite en las restantes categorías profesionales.

¿Qué pasará?

La respuesta es incierta como todo en el fútbol argentino. Con los ascensos y descensos suspendidos por AFA, la situación se hace aún más caótica, sobre todo para las categorías inferiores.

Los jugadores que tienen la posibilidad optan por emigrar a torneos de menor nivel pero en donde pueden cobrar por su trabajo. Otros están realmente a la deriva. Desde la institución madre hay paliativos pero no son suficientes (cobertura médica a quienes estén libres, por ejemplo) y desde el Estado también, pero la ayuda financiera es solo para trabajadores de los clubes (no se incluyen los players).

¿Los dirigentes? Bien, gracias. Muchos de ellos están cómodos con la actual situación y la poca exigencia que tendrán las instituciones a quienes dicen representar, además sin premios ni castigos por sus actuaciones deportivas en el plazo de dos años. Una vez más, intentó nivelarse y la historia se repitió.