Estrenos en Qubit

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Shazam! (2019)

Por obra de un antiguo hechicero, Billy Batson, un chico astuto de 14 años, puede transformarse mágicamente en el superhéroe adulto Shazam. Pronto, sus poderes se pondrán a prueba contra el malvado doctor Thaddeus Sivana. Con influencias tan disímiles como el clásico de los 80′ «Quisiera ser grande» (Penny Marshall, 1988) o la serie «Stranger Things» (The Duffer Brothers, 2016), David F. Sandberg («Annabelle 2: La creación») dirige esta peculiar séptima entrega de la saga de películas del Universo Extendido de DC. «Shazam!» es una de esas películas que, al igual que «Deadpool» (Tim Miller, 2016) o «Ant-Man» (Peyton Reed, 2015) para el caso de Marvel, se apartan de la fórmula canónica, épica y solemne del cine de superhéroes que domina el mainstream de las primeras décadas del nuevo milenio. Para esto, Sandberg le añade grandes cuotas de humor y algo de nostalgia del cine de aventuras de los 80′ a los efectos especiales de alto voltaje y las espectaculares secuencias de acción infaltables en un film de superhéroes. Originalmente, Shazam se llamó Capitán Marvel, personaje creado por Fawcett Comics y protagonista no solo de varios litigios legales (tanto con DC por su parecido con Superman, como con Marvel por obvias razones) sino además de la primera adaptación de un cómic de superhéroes hecha por Hollywood, «Capitán Maravilla, el poderoso» (John English, William Witney, 1941).

Sicario (2015)

Tras una sangrienta redada, Kate Macer, una comprometida agente del FBI, es convocada para combatir en la guerra contra el narcotráfico, una creciente amenaza llena de traiciones, secretos y muerte en la frontera.  Desde su estreno en el festival de Cannes, «Sicario» dijo presente en innumerables listas del estilo de «lo mejor del año», «las mejores películas del 2015» e, incluso, de «los mejores filmes de la década». Y no es para menos. Dirigida por Denis Villeneuve («La llegada»), se trata de un asfixiante thriller policial que, a partir del hermético guión de Taylor Sheridan («Sin nada que perder»), se adentra en la oscuridad de la noche -literalmente y gracias a la impecable fotografía de Roger Deakins- y en las profundidades del mundo del narcotráfico, casi a la manera del Francis Ford Coppola en la Guerra de Vietnam con «Apocalypse Now». Elogiada, entre otras cosas, por su notable manejo del suspenso, las destacables interpretaciones de Emily Blunt y Benicio Del Toro y la tensionante banda sonora de Jóhann Jóhannsson, la película además tuvo una secuela titulada «Sicario: Día del soldado».

Jersey Boys: Persiguiendo la música (2014)

Nueva Jersey, años 50′. Cuatro jóvenes de los suburbios se alejan de las tragedias y miserias del crimen para formar The Four Seasons, el emblemático grupo de rock cuyos éxitos influenciaron a toda una generación. Adaptación de la exitosa obra teatral de Broadway ganadora de cuatro premios Tony -escrita por Marshall Brickman y Rick Elice (también guionistas de la película)-, «Jersey Boys: Persiguiendo la música» es una nueva incursión en la biopic musical del legendario Clint Eastwood (había dirigido «Bird» en 1988, acerca de la vida del saxofonista Charlie «Bird» Parker). Llamativamente, en lugar de apelar a estrellas de Hollywood para los roles protagónicos, el director de «Los imperdonables» optó por reunir a gran parte del elenco original de la representación de Broadway (excepto por Vincent Piazza, quien no participó de la obra y, sin embargo, no desentona). Una decisión que probó ser acertada, ya que los momentos musicales de la película son excelentes y la química entre los integrantes de la banda, quienes conocían a la perfección sus personajes y cantaron en vivo sus escenas durante la filmación, resultó inmejorable. Pese al corazón musical de su material de base que brilla en cada canción, para las escenas dramáticas Eastwood optó por un registro más directo. Para contar una historia de ascenso a la fama en el mundo del espectáculo atravesada por el crimen organizado, el director se inclinó por un registro más en sintonía con el tipo de realismo de filmes de gángsters como «Buenos muchachos», con una cuidada reconstrucción de la New Jersey de los años 50′ y 60′, y una soberbia fotografía a cargo de Tom Stern.

Harry Potter y las reliquias de la muerte – Parte 1 (2010)

Mientras emprenden una carrera contra el tiempo para destruir los Horrocruxes de Voldemort y así volverlo mortal Harry, Ron y Hermione descubren la existencia de las poderosas Reliquias de la Muerte. Basada en la última novela de la saga best-seller de J. K. Rowling, «Harry Potter y las reliquias de la muerte – Parte 1» es, como su nombre lo indica, la primera de las dos entregas finales de una de las franquicias más exitosas y populares del Siglo XXI. Dirigida -una vez más- por David Yates, este anteúltimo capítulo cosechó numerosos elogios, entre otras cosas, por su elenco multiestelar, apuesta fotográfica y logrado equilibrio entre comedia, drama y suspenso. Considerada por muchos como la mejor de las secuelas, rompió múltiples récords de taquilla y, además, recibió dos nominaciones a los premios Oscar en las categorías de mejor dirección de arte y efectos especiales.

Entrevista con el vampiro (1994)

Un joven periodista accede a entrevistar a un hombre misterioso quien dice ser un vampiro de más de 200 años y desea contarle la historia de su vida: un oscuro y épico relato de amor, traición, soledad y sangre. Dirigida por Neil Jordan («El juego de las lágrimas»), «Entrevista con el vampiro» es la celebrada adaptación de la novela homónima de Anne Rice. Un éxito de taquilla que supo aprovechar el resurgir del terror gótico a comienzos de los 90′ (tendencia iniciada por «Drácula» de Coppola y continuada por «Frankenstein» de Branagh y «Lobo» de Nichols), y que deleitó a la audiencia con un ambicioso relato romántico, un encomiable diseño de producción y notables actuaciones. Dentro de estas últimas se destacan, particularmente, la de Tom Cruise en la piel del encantador y hedonista Lestat, la de Brad Pitt como el torturado protagonista Louis y la de una jovencísima Kirsten Dunst, nominada a los Globos de Oro por su interpretación.

Los imperdonables (1992)

Un cazarrecompensas retirado acepta a regañadientes un último trabajo y cabalga, junto a un joven y a un viejo colega, hacia el pueblo de Big Whiskey, donde la violencia abunda y la justicia brilla por su ausencia. 
Por miedo a repetirse a sí mismo o a imitar trabajos ajenos, Eastwood afirmó que este sería el último western de su carrera y, si bien es cierto que varios de sus filmes posteriores exhibieron rasgos característicos del género, «Los imperdonables» sigue siendo su amarga, elegíaca y memorable despedida del western. Un notable film que, ubicándose más cerca de la tradición revisionista que de la crepuscular, signó el cierre perfecto para la carrera del talentoso actor-director dentro del género. Dedicada a sus mentores, Sergio Leone y Don Siegel, «Los imperdonables» ofrece, además, una elocuente y emotiva meditación sobre la violencia, la vejez y el heroísmo. Ganadora de cuatro Premios Oscar en las categorías de mejor película, director, actor de reparto (para Gene Hackman) y edición.

Buenos Muchachos (1990)

«Desde que tengo memoria siempre quise ser un gángster». El ascenso y la caída de Henry Hill dentro de la mafia ítalo americana. Una historia de amistades, traiciones, secretos, violencia, drogas y mucho, mucho, dinero. Basada en el libro «Wiseguy» de Nicholas Pileggi, «Buenos muchachos» no solo es considerada una de las mejores películas de Martin Scorsese sino también una de las mejores del género de gángsters (según algunos, es incluso superior a «El Padrino»). Nominada a seis Premios Oscar -incluidos los de mejor película y director- y ganadora de uno de ellos -para Joe Pesci, como mejor actor de reparto-, «Buenos muchachos» se adentra en la mafia como pocas películas lo han hecho y, con ambición y una enorme confianza en sus elementos, narra nada menos que tres décadas de su historia. Imitada hasta el hartazgo por múltiples filmes y series, la película exhibe además algunas de las marcas estilísticas más reconocibles de Scorsese, desde su característica musicalización pasando por su apuesta por la improvisación en la dirección de actores y hasta su peculiar y dinámica puesta de cámara.

Matador (1986)

Obligado a retirarse por una herida, un matador descubre en las mujeres el substituto perfecto para su obsesión con los toros: al asesinarlas, tras acostarse con ellas, revive aquellas emociones que sentía en la arena. Escrita y dirigida por Pedro Almodóvar, «Matador» recorre con gracia y audacia la fina línea entre la comedia más negra y el drama más desgarrador, incorporando entre medio secuencias de suspenso con claros tintes hitchockianos y algunas de las temáticas más recurrentes en la filmografía del cineasta español, como el sexo, la muerte y la religión. Pese a ser vista por el propio Almodóvar como una de las películas menos destacables de su carrera, es considerada por muchos como una de sus mejores y más singulares en la que, además, el director de «Átame» no solo confirma su innegable talento para la dirección de actores -y particularmente de Antonio Banderas- sino también demuestra un claro refinamiento de sus capacidades y convicciones como narrador.

Doña Flor y sus dos maridos (1976)

La bella Flor se casa con Vadinho, un mujeriego incorregible y ludópata que no tardará en pasar a mejor vida. Luego, Flor encuentra un nuevo amor, pero el fantasma libidinoso de Vadinho regresará a atormentarla. Escrita y dirigida por Bruno Barreto («Bossa nova») -este fue su tercer largometraje estrenado con apenas 21 años-, «Doña Flor y sus dos maridos» es una desprejuiciada comedia sexual rodada en los suburbios de Salvador de Bahía y centrada en las desventuras amorosas de su protagonista Flor, interpretada por una bellísima e inspirada Sonia Braga («Aquarius»). Adaptación de la novela homónima de Jorge Amado, la película fue un auténtico éxito de crítica y taquilla. Con más de 12 millones de espectadores se convirtió en el film brasileño más visto de la historia, récord que sostuvo hasta 2010 cuando fue superado por «Tropa Élite 2» (José Padilha). También fue muy exitosa en Argentina cuando logró estrenarse y estuvo nominada al Globo de Oro como mejor película extranjera.

Ser o no ser (1942)

En una Varsovia ocupada por el nazismo, el grupo de teatro de los prestigiosos intérpretes Joseph y Maria Tura se ve obligado a representar «Hamlet». En secreto, los Tura intentarán infiltrarse y ayudar a la resistencia. Si la risa es el antídoto ideal para el dolor, esta imprescindible y audaz comedia dirigida por Ernst Lubitsch («Alta traición») intentó curar a la humanidad del nazismo agudo que la postraba en 1942. El director alemán radicado en Hollywood logró, de forma elegante y sofisticada, señalar el absurdo inherente a los gobiernos totalitarios y poner en ridículo a los servicios de Inteligencia y la burocracia mortuoria del nazismo. Esta afilada sátira política anti-fascista rodada en plena Segunda Guerra Mundial sorprende por su desprejuiciado sentido del humor, cinismo e ingenio al retratar un tema tan contemporáneo y acuciante en aquella Europa revulsiva de principios de los 40′. Protagonizada por Carole Lombard («La porfiada Irene»), quien aceptó el papel pese a las severas objeciones de su marido Clark Gable y murió en un accidente de avión apenas un mes antes del estreno, junto al comediante Jack Benny, para quien «Ser o no ser» fue su primer y único gran protagónico en cine. La película tuvo una remake en 1983 producida y protagonizada por el gran Mel Brooks.

El Loco Bill (1928)

El torpe hijo de un viejo capitán se enamora de la hija del adinerado dueño de un barco. Lamentablemente, los padres se desprecian y el joven acaba en medio de su trifulca, tratando de ganarse el respeto de ambos. Decir que una película silente de 1928 exhibe más energía, inventiva y creatividad que buena parte del cine de la actualidad puede resultar, a priori, una declaración un tanto provocadora. Sin embargo, tratándose de una película de Buster Keaton, no solo prueba ser correcta sino, incluso, insuficiente. En efecto, «El loco Bill» es considerada, junto a «El maquinista de La General», una de las últimas grandes películas del talentoso intérprete y director (quien, por alguna razón, no recibió crédito alguno por haber codirigido el film) antes de su fatal contrato con MGM. Por otro lado, «El loco Bill» también es mundialmente recordada por contener uno de los gags más peligrosos y espectaculares de la filmografía de Keaton: cuando la fachada entera de una casa cae encima suyo, pero él, ileso, permanece de pie gracias a una ventana que había quedado abierta.