Festival vigilado por el Onganiato

Dentro de la Competencia Argentina del 36° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata se presenta «Danubio», el primer largometraje de Agustina Pérez Rial que reconstruye el propio festival del año 1968 durante el Onganiato.

El contexto era el de plena Guerra Fría para el mundo y el centro de la dictadura de Juan Carlos Onganía para Argentina. La organización del Festival de Cine de Mar del Plata del año 1968 estuvo vigilada de cerca por el Departamento de Inteligencia de la Policía de Buenos Aires (DIPBA). La directora nos cuenta que «lo primero que apareció fue un legajo de tres hojas desclasificado de la DIPBA, que ahora está en manos de la Comisión Provincial por la Memoria. Estos narraban una fiesta que se había hecho en Mar del Plata a la que habían ido comunistas marplatenses y algunas delegaciones de los países del Este que habían asistido al festival».

Lo que sucede luego es un proceso por construir a partir de esas tres hojas una historia que abarque mucho más. Desde la voz en off, construye el personaje de una joven inmigrante que llegó de Rusia a Mar del Plata, su cercanía al peronismo y su militancia comunista, en este personaje se depositan historias posibles aunque improbables que nos llevan a conocer los años de la censura, la persecución y la violencia de una de las dictaduras no tan transitadas en la cinematografía argentina.

«‘Danubio’ es el fruto de muchas pruebas e investigaciones. Cuando estaba posicionada en el lado más académico revisaba documentales y me parecía que las formas se repetían mucho a sí mismas y encontraban un límite muy fuerte en el conocimiento de aquello que iban a buscar. Me llevó seis años hacer la película y encontrarme con los límites del documental y las posibilidades de la ficción trabajando en un umbral de lo que se llama no-ficción, donde uno nunca sabe demasiado cuál es el pacto que está habitando, si el documento o la ficción».

La escritura de la voz en off se trabajó a partir de retazos de la investigación, no solo de este legajo en particular, sino de todos los legajos de la vigilancia del festival, también a partir de entrevistas a militantes del partido comunista y a miembros de las comunidades eslavas marplatenses y, actualmente, «es una voz que no es verdadera pero que juega con los límites del verosímil», nos dice Agustina.

A propósito de la recopilación del material de archivo, surge uno de los reclamos ya históricos para el audiovisual argentino: «Lamentablemente, estamos en un país que no tiene cinemateca, más allá de que hay instituciones que son muy buenas y bienintencionadas con el Archivo General de la Nación (AGN) o el Museo del Cine, muchos materiales dependen de las voluntades de acceso de privados. Yo tuve mucha suerte, muchos archivistas empatizaron y me brindaron sus materiales como, por ejemplo, el corpus más fuerte proviene del acervo fotográfico de Pupeto Mastropasqua, que fue fotógrafo del festival entre el año 59 y el 70, que tenía más de 3.000 negativos en su casa que nosotros digitalizamos».

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