«It»: fábrica de pesadillas

De regreso, Andy Muschietti cierra la adaptación que lo convirtió en el director más taquillero de la historia del cine de terror. Estrena «It: Capítulo dos», una de las películas más esperadas del año.

Stephen King

La primera parte logró capturar la magia de la infancia y contar un relato en el que confluyeron maravilla y espanto. Esta segunda entrega se transforma en una fábrica de pesadillas con todo lo oscuro que la adultez arrastra en la vida de una persona.

Stephen King es una marca registrada del mundo del terror, sus relatos fueron adaptados al cine y la televisión en muchísimas oportunidades, algunos con mayor justicia que otros. En 1990, Tommy Lee Wallace realizó una miniserie sobre «It» con Tim Curry en el papel de «El Payaso Asesino», como se la llamó en Argentina. Inolvidable, masificó el miedo a los payasos y creó una imagen única e inconfundible para Pennywise.

Esta nueva adaptación de Andy Muschietti se apropia de la figura detrás del payaso y le ofrece a Stephen King un regalo: Bill, cuando se transforma en adulto, es un escritor talentoso pero con un enorme problema para cerrar sus historias, por lo que sus finales nunca están a la altura de sus desarrollos. Un juego y un chiste con el sumo cariño que merece el «rey de la literatura de terror».

La historia

27 años después, «It» vuelve a Derry y el Club de los Perdedores se encuentra con la promesa que los obliga a regresar. Bill (James McAvoy), Beverly (Jessica Chastain), Ben (Jay Ryan), Richie (Bill Hader), Eddie (James Ransone) y Stanley (Andy Bean) hicieron sus vidas lejos del pueblo y, mientras más se alejaron, más difusos se volvieron los hechos de ese verano. Sin embargo, las marcas de todo aquello se proyecta en toxicidades de sus vidas actuales, por lo que su vuelta no solo será para combatir a Pennywise (un impresionante Bill Skarsgård) sino también sus propios fantasmas.

El único que se quedó esperando y no fue capaz de olvidar fue Mike (Isaiah Mustafa) y es quien se encarga de reunirlos a todos. Casi tres horas de película despliegan una serie de necesidades narrativas: hablar del crecimiento y volver al pasado para entender las heridas abiertas en Derry que se tienen que cerrar en Derry, y también para que todos estos personajes recuperen una porción de niñez.

El trabajo de los actores adultos es de una coherencia milimétrica con las esencias que construyeron los niños, y quien valore los pequeños detalles se va a empachar de ellos.

Desde lo meramente formal, la película se propone multiplicar exponencialmente la intensidad de la experiencia. Andy Muschietti toma una innegable sobrecarga de riesgos y obtiene un resultado excesivo y fascinante que recolecta todo el imaginario colectivo del miedo.

Mete a fuerza de presión todas las pesadillas y fobias que puede, no permite relajo pleno. Estructuralmente se arma como una montaña rusa de tensión, sustos y humor que provocan un agotamiento. Satisface las expectativas de «pasarla mal» que equivalen a lo bien que funciona la película. También se permite licencias para jugar con la música, las referencias, homenajes y caprichos para regalarle a la argentinidad.

Finalmente, «It» bordea todos los límites con una audacia que merece ser defendida de forma no obstinada pero si tenaz en una época de abatimiento a cualquier atisbo de valentía creativa de las películas masivas.