La escuela de los malditos

En el marco de una nueva edición del Encuentro de Cine Europeo, se puede ver de manera online y gratuita la película «La última lección» («L’heure de la sortie») del director francés Sébastien Marnier. La película permanecerá en el sitio del evento durante todo el mes de noviembre junto con otros 14 títulos provenientes de 13 países.

En un colegio de población burguesa, un profesor se suicida frente a sus alumnos. El sustituto Pierre Hoffman (Laurent Lafitte) toma los cursos de este docente, entre ellos, una clase especial compuesta por los alumnos y alumnas mejor calificados de la promoción, una especie de élite dentro de la élite.

Rápidamente, Pierre nota que la mitad de ese curso, un grupo de 6 chicos y chicas, se comportan de manera muy extraña que enciende en él una alarma de peligro, aunque no termina de entender cuál es ese. Cuando comienza a observarlos de cerca, los estudiantes no tardan en notarlo y crean un muro impenetrable frente al adulto que hacer crecer su incertidumbre y paranoia hasta tornarse incontrolable.

La película, que es una adaptación de la novela homónima del escritor también francés Christophe Dufosse, se vale del suspenso psicológico para insertar temas relacionados al estoicismo, la ecología y figurar lo que ellos llaman «el mundo del declive». No recurre a un personaje profesor-héroe como usualmente vemos en películas sobre educación, por ejemplo «Escritores de la libertad» o «Entre los muros», sino a un adulto atento pero débil, lleno de errores en su procedimiento, que trata de entender.

Otra de las virtudes está en la caracterización de este grupo de adolescentes, privilegiados por su inteligencia, que se muestran apáticos, oscuros y con una arrogancia violenta que, aunque sin los poderes telepáticos, parecen extraídos de «El pueblo de los malditos» (John Carpenter, 1995).

En conclusión, hablamos de una película incómoda, tensa y cargada de ideas claras que hablan por sí mismas en la narración sin necesidad de recurrir a explicaciones masticadas para el espectador y sobre todo, es contundente sin volverse panfletaria y sin presentar un mensaje unívoco.