La inquietud de "La quietud"

Pablo trapero suma su esperada película «La Quietud» a un cartelera colmada de grandes producciones nacionales.
«La Quietud» reúne a las mujeres de una familia a partir de un hecho trágico. Esta trinidad femenina gobierna la trama y domina el espacio por completo. Compuesta por Esmeralda (Graciela Borges), Mía (Martina Gusmán) y Eugenia (Berenice Bejo), son las encargadas de tirar y aflojar las tensiones que se entretejen a su alrededor.
Una familia bien, que aparenta ser una más de entre los suburbios, esconde detrás una maraña de secretos y oscuridades que son las que, a medida que avanza la película, se irán salpicando en la cara de todos los personajes y que los exponen a situaciones entre dramáticas y algo ridículas.
«La Quietud» es incómoda y con momentos de un humor muy negro y otros ultra dramáticos que evidencian que la intención de la película no es medirse, sino explotar un desquicie corrido de los límites.
El cuadro actoral, lo más acertado de la película, se completa con Joaquín Furriel y Edgar Ramírez en dos personajes que boyan como una suerte de accesorios de las mujeres de la casa. Al tiempo que lo no dicho y lo secreto es una olla a presión, los personajes se desenvuelven de forma mucho más libre a través de su sexualidad: en soledad, compartida, en público o en secreto.
Finalmente, vale decir que «La Quietud» es una gran propuesta con algunos momentos y características cuestionables o que no cierran del todo, pero en rasgos generales es magnética.