«La muerte no existe y el amor tampoco»

En el año 2015, el director Fernando Salem estrenó su ópera prima «Cómo funcionan casi todas las cosas». En la Competencia Argentina de este 34° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata conocimos su nueva película, que también tiene un título largo y evocador de ideas: «La muerte no existe y el amor tampoco», basada en la novela «Agosto» de Romina Paula.

Emilia (Antonella Saldicco) vuelve a su pueblo natal en la Patagonia para despedir las cenizas de su amiga que murió hace un tiempo. Ese viaje es también un regreso al pasado que pondrá en tensión su presente.

Cuando somos niños y rompemos un objeto, a veces lo dejamos armado superficialmente pretendiendo que nada sucedió y rogando por dentro que nadie lo toque. Emilia hizo de su pasado un objeto roto y escapó hacia Buenos Aires. Pero este fugaz regreso la reencuentra con todos sus duelos, los obvios y los no tan evidentes, expresado por Fernando Salem como «el duelo de lo que somos. Los amores que no pudieron ser y las vidas que no fuimos capaces de vivir».

El recuerdo de su amiga se le presenta como un fantasma de angustia. Su exnovio aparece en escena casado y con un bebé, los padres de su amiga hoy muerta y su propio padre con una nueva familia. A medida que la película avanza, se ponen en juego la nostalgia de un pasado que ya no es ni volverá a ser, la incertidumbre de las miles de posibilidades imaginarias de lo que no fue y las dudas de lo que podría ser.

«La muerte no existe y el amor tampoco» es un drama de peripecias minimalistas que comprime demasiada angustia en este personaje introspectivo que no llora, pero que se relaja en dos o tres destellos de humor maravillosos de los que quizás (y solo quizás) necesitábamos un poco más.

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