Sin lugar a dudas, es una fecha clave para el surgimiento de nuestro país. Cuántas veces nombramos el 25 de Mayo pero, ¿cuántas veces realmente reflexionamos acerca de su importancia? Claro que fue el inicio de un proceso que llevó muchos años, el comienzo de una etapa en la que hubo diferentes ideas y en la cual no fue sencillo ni rápido lograr una construcción y una consolidación, tanto del territorio como de una identidad.
Hagamos el ejercicio de repensar ideas, como el concepto «revolución», que muchas veces lo entendemos como algo con un gran componente militar o militarizado, es decir, armado con intervención de armas y enfrentamientos… y que, a veces, lo confundimos con «levantamientos», rebeliones.
Cuando profundizamos un poco más, cuando vemos diferentes situaciones en la historia, nos damos cuenta de que este concepto es mucho más amplio, y que se refiere a un cambio, y que ese cambio puede ser económico, político, cultural… y que cuando es en todos esos aspectos, se transforma seguramente en una gran revolución.
La valoración de la Revolución de Mayo siempre fue importante para nosotros, porque aquellos criollos, aquellos nacidos en América, produjeron un cambio o, como al principio resalté, empezaron un proceso que nos permite hoy ser parte de un país independiente, que todavía debemos ayudar a construir, a fortalecer, a través de la unión, de las acciones responsables, pensando en mejorar día a día, cada uno desde su lugar.
Hace poco, compartiendo clases con los estudiantes del nivel secundario, conversamos justamente sobre la mencionada ¨importancia de Mayo de 1810¨. Los españoles habían conquistado y colonizado lo que ahora es nuestro territorio, desde 300 años antes de esa fecha: sabemos de las dos fundaciones de Buenos Aires, en 1536 y 1580. Eso quiere decir que el dominio español en estas tierras duró más que el tiempo transcurrido desde que se produjo la revolución que hoy recordamos.
Y eso también quiere decir que, así como los grandes protagonistas de aquel momento, Belgrano, Moreno, Castelli o el mismo Saavedra, nosotros también tenemos aún tiempo para ser revolucionarios, para producir una verdadera mejora. Una que nos ayude, que nos permita desarrollarnos en paz, que nos abra la mente para ser tolerante con el otro, que nos permita ser libres… libres de espíritu y de pensamiento. Una forma de amar a nuestra patria es recordar de dónde venimos, quiénes hicieron posible que se construyera nuestra identidad y que nos reconozcan como libres e independientes.
La historia sirve también para eso, y para empujarnos con más fuerza hacia adelante, con la seguridad y el orgullo, de sentirnos argentinos. Que este 25 podamos decir: ¡Feliz Día de la Patria!
Artículo elaborado especialmente para puntocero por Javier Casemayor.