La voz argentina

Con la excepción de unos pocos personajes televisivos, el doblaje al castellano siempre dejó mucho que desear. “El show de Benny Hill” es uno de esos programas donde resultan inolvidables las voces pero que no quedan fuera de la crítica (ni hablar sobre los chistes con juegos de palabras que son traducidos y pierden todo sentido). Tal vez sea por costumbre, pero no imagino ver a Lion-O en su idioma original y ni siquiera se me ocurre oír en criollo a Bane interpretado por Tom Hardy.
Emicrófonol asunto de los doblajes reflota opiniones tan dispares como apasionadas. Y un nuevo decreto presidencial en esta República Argentina tan innecesariamente polarizada, no hace más que alimentar el fuego que media entre unos y otros.
A través del Boletín Oficial, se implementó la reglamentación de la Ley 23.316, sancionada el 7 de mayo de 1986. Esta refiere al “doblaje en idioma castellano neutro, según su uso corriente en nuestro país, de películas y/o tapes, publicidad, prensa y series a los efectos de su televisación”, tal como se titula la misma.
Al respecto de lo legislado, se decidió que el ente responsable de su aplicación es la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA). Entre las tareas asignadas, estará la de multar a los medios y distribuidoras cinematográficas que no respeten las normas, y lo recaudado con estas sanciones económicas se destinará al Fondo de Fomento Cinematográfico, creado según la Ley 17.741 (denominada “Ley de Fomento y Regulación de la Actividad Cinematográfica).
doblajeEl primer artículo del decreto presidencial expresa que “la programación que sea emitida a través de los servicios de radiodifusión televisiva contemplados por la Ley Nº 26.522, incluyendo los avisos publicitarios y los avances de programas, debe estar expresada, en el idioma oficial o en los idiomas de los Pueblos Originarios, con las excepciones previstas en el artículo 9° de dicha ley”.
Vale destacar que el doblaje debe ser realizado en idioma castellano neutro, “respetándose el uso corriente de dicho idioma en nuestro país, pero garantizando que el mismo resulte comprensible para todo el público de la América hispanohablante”, tal como se manifiesta. Para evitar sacar conclusiones apresuradas, el decreto agrega que “su utilización no deberá desnaturalizar las obras, particularmente en lo que refiere a la composición de personajes que requieran de lenguaje típico”.
Un primer paso fue dado en la generación de cultura e identidad nacional, ahora resta un trabajo que, probablemente, requiera de mayor tiempo e inversiones, y esto es optimizar la calidad de los doblajes.