Mirada de trazo grueso

Después del documental «El puto inolvidable» en el que reconstruye la vida de Carlos Jáuregui a través de los testimonios de su círculo íntimo, Lucas Santa Ana vuelve a estrenar un largometraje, pero esta vez una ficción. «Yo, adolescente» está basada en la novela homónima de Zabo y pretende mostrar el mundo de las adversidades adolescentes sin que se filtren miradas adultas, como un intento de encapsular una etapa de la vida y una época.

La película va a estar disponible desde el viernes 24 de julio hasta el viernes 31 de julio en la plataforma de CINEAR de forma libre y gratuita y va a ser transmitida en la señal televisiva el día 23 y 25 de julio desde las 22 horas.

En los primeros instantes del film Zabo, de 16 años, sale con su amigo de un recital de Árbol y bromean: «Estos están re caretas, cómo van a frenar el recital por una bengalita». Resulta que esa misma noche sucedía la tragedia de Cromañón. Ese diálogo es el primero de una serie de gestos grotescos que van a marcar el tono del relato. Ese mismo verano, su mejor amigo se suicida y Zabo descarga todo lo que pasa por su vertiginosa cabeza adolescente a través de la escritura en un blog. Los enunciados bloggeros conforman la voz en off que narra la historia.

«Yo, adolescente» se alinea a películas como «Solo el amor» de Diego Corsini, con momentos cliperos y una puesta en escena que expone su artificio, donde su prolijidad extrema denota torpeza para reproducir los rasgos verosímiles que parece pretender. Pero, además, mientras la estética se acerca a las novelas televisivas de público preadolescente, la temática tiene una elaboración complicada para una mirada tan joven. En su momento con la película «Abzurdah» (Daniela Goggi, 2015) surgieron debates que se sostienen hasta el día de hoy sobre la forma de abordar problemáticas adolescentes graves y cómo este público, que ya está inmerso en ese periodo tan vulnerable de la vida, puede interpretar las ficciones de esta índole.

Otras producciones recientes, en cambio, exploraron alternativas de representación del mundo adolescente con sus conflictos pero también haciendo uso de la posibilidad que tiene la mirada adulta de ofrecer algo que los chicos y chicas de esa edad no visualizan, entre ellas «Mi mejor amigo» de Martín Deus o “El Cazador” de Marco Berger, de la cual Lucas Santa Ana fue productor ejecutivo.

En este contexto, Zabo se encuentra en pleno descubrimiento sexual en el que intenta comprenderse a sí mismo y a sus deseos. Este camino se halla cimentado en estereotipos que conllevan, en algún punto, una pérdida de la sensibilidad arrastrada por el tránsito constante de los mismos lugares una y otra vez. Y cuando decide aplicar un giro, lamentablemente opta por el golpe bajo y termina de constituirse como un relato de trazo grueso y sin destrezas formales en el lenguaje cinematográfico.

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