El thriller es la excusa

En el marco de la sección «Noches especiales» del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI) se proyectó «Amor bandido», la ópera prima de Daniel Werner. Una película que anuncia thriller, sexo, dinero, política y violencia, pero que luego se olvida todos los condimentos en el camino.

Joan (Renato Quattordio) es un adolescente de 16 años que mantiene relaciones sexuales con una profesora de su colegio (Romina Richi). El día que ella decide dejar su cargo, Joan es convencido para escaparse juntos a otra provincia. Y así transcurre más de la mitad de la película, primero subrayando la situación de abuso con un Renato Quattordio que actúa en el mismo registro infantil que en «Yo, Adolescente«. Pero luego abandona estos principios en una fijación importante con la consumación sexual de este abuso, con una escena de sexo seguida de la otra, filmadas en un código bastante erótico que se contradice con las primeras escenas.

La aparición tardía del personaje de Rafael Ferro le da comienzo al núcleo del conflicto que, además, tiene un desarrollo y una resolución rápida y torpe como si quisieran sacarse la película de encima. Junto con Sergio Prina (a quien le toca ponerle la cara al único y penoso efecto especial), son los dos actores más creíbles y naturales aunque con pocos minutos de despliegue, mientras los de trazo más grueso y con los diálogos peor escritos les toca sostener la mayor parte del tiempo en pantalla (Richi y Quattordio).