Nobel de Literatura con sabor político

Pese a que en la Argentina el nombre de Svetlana Alexijevich es casi ignoto para la mayoría de los habitantes (solo un libro de su autoría fue editado en nuestro país), la escritora bielorrusa era la principal candidata y finalmente se cumplió el vaticinio y recibió este jueves el Premio Nobel de Literatura para convertirse en la 14° mujer en obtener este galardón.

Con las palpables y aún visibles secuelas de la Segunda Guerra Mundial, Svetlana Alexievich nació en Ivano-Frankivsk, Ucrania, en el año 1948. Hija de padre bielorruso y madre ucraniana, Alexijevich estudió periodismo en la Universidad de Minsk desde 1967 hasta 1972, y obtiene el reconocimiento que representa el Nobel a sus 67 años, luego de enfrentarse públicamente en un sinfín de oportunidades a toda Europa Oriental, principalmente a la Federación Rusa que comanda Vladimir Putin.

Entre otras cosas, la distinción consta en 970.000 dólares y provocó que se publique en pocos días en Argentina su texto de 1983: «La guerra no tiene rostro de mujer», un libro que recopila relatos de cientos de mujeres que participaron en la Segunda Guerra Mundial para inspirar su obra y que la llevó a vivenciar un juicio con las autoridades soviéticas, que prohibieron su publicación. Con el mismo enfoque, «Voces de Chernóbil: Crónicas del futuro» tomó las voces de un centenar de afectados por el incidente de 1986. «El libro no se trata tanto de la catástrofe de Chernóbil como sobre el mundo después de ella: cómo la gente se adapta a la nueva realidad, que ya ha sucedido, pero aún no se percibe. La gente después de Chernóbil obtiene nuevos conocimientos, que es de beneficio para toda la humanidad. Viven como si fuera después de la tercera guerra mundial, después de una guerra nuclear». Este ensayo sí puede adquirirse en las librerías de nuestro país.

La escritora y periodista afirma sobre su género literario que se trata de uno «donde las voces humanas hablan por sí mismas».

Asimismo, sobre el por qué este libro que relata detalles de la pérdida y posterior contaminación ambiental en su Bielorrusia natal tiene prohibida su publicación, Alexijevich asegura: «Vivimos bajo una dictadura, hay opositores en la cárcel, la sociedad tiene miedo y al mismo tiempo es una vulgar sociedad de consumo, la gente no se interesa por la política. Es una época difícil», en referencia al gobierno de Alexander Lukachenko.

Pero Svetlana Alexijevich no solo se ganó la antipatía del líder bielorruso, sino también de un gran número de intelectuales y filósofos de su país, ya que alegan que defiende algunos aspectos de la cultura rusa desde Europa occidental, donde se enteró que había sido galardonada con el Premio Nobel. «Me llamaron por teléfono y me dieron la noticia, no me lo esperaba, se habían hablado mucho pero yo trataba de mantener la distancia». De todas formas, la autora responde a sus detractores y compatriotas: «El hombre soviético no ha desaparecido. Es una mezcla de cárcel y guarderí­a. No toma decisiones y simplemente está a la espera del reparto. Para esa clase de hombre, la libertad es tener veinte clases de embutidos para elegir».

Finalmente, cuando se le consultó en qué destinará el casi millón de dólares que entrega el Nobel, la escritora fue fiel a su lengua picante y disparó: «Aún no lo pensé. De todos modos, el dinero lo uso solo de una manera, compro la libertad».