Órganos y redes, una combinación peligrosa

Crece la preocupación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) por la venta ilegal de órganos para trasplantes en el mundo. Esta problemática está asociada a las crisis sociales que vivencian los países del mundo globalizado.
Por este motivo se publicó recientemente que en el Reino Unido los ciudadanos con apremios económicos comercializan sus órganos por Facebook. La red social, en este sentido, es el canal de anuncio cuyo impacto es preocupante en términos cuantitativos y cualitativos.
Desde el punto de vista cualitativo, hay que considerar cómo la dimensión económica social influye en las acciones de estas personas aún a expensas de la penalización vigente, a través de la Ley de Tejidos Humanos, y de poner en riesgo sus vidas. Y desde el punto de vista cuantitativo, se sabe que la red social es capaz de interconectar a escala planetaria a millones de personas en un tiempo muy escaso. Este impacto genera venta de órganos, obviamente, pero además genera cierta subjetividad por la que tal comercialización a través de las redes se acepta implícitamente. Es que la dinámica de las redes sociales se presenta como los brazos del pulpo cuya fuerza de propulsión le permite contener las más variadas situaciones de la vida social. Y esto a veces redunda positivamente, pero en este caso puede generar consecuencias sanitarias perniciosas tanto para el donante vivo como para la persona trasplantada.
En contrapartida, el propósito es revalorizar la donación de órganos y la acción de aquellas entidades que, dentro del marco legal y sanitario vigente, trabajan denodada y simplemente por la vida.
Artículo elaborado especialmente para puntocero por Karina Vázquez.