Países en guerra en tiempos de pandemia

Mientras el personal de salud combate la pandemia desde los centros hospitalarios en todo el mundo, algunos países duermen bajo el hostigamiento y la amenaza de grupos armados. La muerte no discrimina edad ni sexo y entra a las viviendas para llevarse a sus víctimas. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) confirma que, desde el inicio del Siglo XXI, las guerras se multiplicaron en África y Oriente Medio, aunque también hay actualmente en Europa y Asia Central países en conflicto bélico.

América Latina registra menos zonas de conflicto, sin embargo, países como Colombia y México arrastran durante años una lucha interna entre jefes de mafias, paramilitares financiados por el Estado y guerrillas organizadas. Los conflictos que provocaron un mayor número de desplazamientos forzados y víctimas en pleno 2019 hoy se encuentran en emergencia sanitaria por la pandemia del COVID-19 en medio de la guerra.

Yemen en la mira

Durante más de cinco años de guerra en Yemen, el país se convirtió en el escenario de una de las peores crisis humanitarias del planeta. La extensión del conflicto por toda la región, el colapso de la economía, la inseguridad alimentaria y el derrumbamiento de los servicios públicos básicos generaron que el 80% de la población necesite ayuda humanitaria para sobrevivir, según ACNUR.

En su página principal y desde el 2019, la ONU alerta que la de Yemen podría ser la peor hambruna de los últimos 100 años en el mundo. El 53% de la población no tiene nada que comer y más de un millón y medio de niños sufren desnutrición aguda. ACNUR calcula que en 2018 hubo 264.300 nuevos desplazados internos. En este contexto, la pandemia del coronavirus se convierte en una amenaza latente. Aunque el país no confirmó aún casos, el Ministerio yemení de Salud, Taha al-Mutawakel, advierte de los intentos de Arabia Saudita y sus aliados para propagar el coronavirus en Yemen mediante cargas contaminadas.

El lunes 30 de marzo aviones de la coalición liderada por Arabia Saudita y Estados Unidos dejaron caer unos cargamentos sospechosos que incluían mascarillas, guantes y materiales higiénicos sobre la capital Saná, Al-Hudayda y Al-Mahwit, en una medida que el ministerio yemení catalogó como «un paso extraño y poco realista» a la luz de la ausencia del coronavirus en Yemen.

Previamente, el 20 de marzo, el ministro yemení de Información, Daifulá al-Shamí, alertó sobre un complot de Estados Unidos y Arabia Saudita para propagar el nuevo coronavirus en Yemen y Siria. Asimismo, en un comunicado público, el Ministerio de Salud de Yemen advirtió a los ciudadanos que existía la posibilidad de que la carga estuviera contaminada con COVID-19 y pidió a “todos los ciudadanos que sean cautelosos y que no toquen ningún material que caiga de un avión de la coalición saudí, por su seguridad”.

Siria

Desde la Segunda Guerra Mundial no se había registrado una más larga y cruenta. El conflicto en Siria, por el tamaño y la población del país, generó una de las crisis de refugiados más graves del mundo. Según ACNUR, nueve años después del inicio de los combates, 6,1 millones de personas están desplazadas de sus hogares en otros puntos del país y 5,6 millones son refugiados en otros países de la región. El Estado que acoge un mayor número de refugiados sirios es Turquía, donde se encuentran más de 3,6 millones de personas que tuvieron que huir a causa de la guerra en el país vecino.

El secretario general adjunto de Asuntos Humanitarios de la ONU, Mark Lowcock, informó al Consejo de Seguridad por videoconferencia el 30 de marzo que Siria reposta 10 casos de coronavirus y asegura: «Es solamente la punta del iceberg. Más de la mitad de los hospitales en Siria son insuficientes para combatir la epidemia”. Además, convocó el levantamiento de las sanciones impuestas a Siria y proclamar el alto el fuego inmediato a las partes beligerantes. El secretario informó que 8 millones de personas en Siria no tienen acceso a alimentos, y que medio millón de niños se someten a la desnutrición crónica. En este contexto, Naciones Unidas y el Programa Mundial de Alimentos destacaron el martes 31 de marzo que los casi ocho millones de sirios que padecían inseguridad alimentaria, y eran ya extremadamente vulnerables, necesitan más apoyo que nunca para mantenerse sanos.

Sudán del Sur

Este territorio vivió más años en guerra que en paz, desde su independencia en 2011. Al conflicto armado que comenzó en 2013 hay que sumarle un subdesarrollo económico crónico que llevó a millones de personas a la miseria.

El 65% de las personas desplazadas de sus hogares son menores de 18 años. Según ACNUR, para finales del 2019 se registraron 4,2 millones de desplazados forzosos de Sudán del Sur que son desplazados internos, refugiados y solicitantes de asilo. A eso se suman graves problemas económicos y falta de la infraestructura necesaria para dar una adecuada acogida a tantas personas refugiadas, así como también para una situación de emergencia sanitaria como la venidera por el coronavirus en el mundo.

Este fin de semana el vicepresidente de Sudán del Sur, Riek Machar, anunció el primer caso confirmado de COVID-19 en el país africano. La paciente es una holandesa trabajadora de la ONU, una mujer de 29 años de edad que llegó al país en febrero, procedente de Países Bajos. La grave situación económica, social y de recursos sanitarios hacen temblar de temor al pueblo que por años vivió el dolor de la guerra.

Somalía

Con una guerra interna desde los años 90′, Somalía es catalogada como el Estado fallido. La mayor parte del país está fuera de control del gobierno central, que en los últimos años logró recuperar su influencia en el sur del país tras una ofensiva apoyada por la Unión Africana. Este territorio no solo estuvo bajo la presión de grupos armados, también el clima causó sequías, inundaciones y daños en la sociedad y población. Más de 2 millones de personas se convirtieron en las víctimas de esta mezcla de desgracias. La ACNUR registra 2,6 millones de desplazados en Somalía.

El primer ministro de Somalía, Jasán Halí Jaire, el 18 de marzo anunció medidas para evitar el brote de virus en el país. Aunque las estadísticas sobre el registro de casos no es público en el país, el gobierno de Somalía confirmó que el primer caso registrado en este país, el Cuerno de África, es un somalí que arribó a Mogadiscio a comienzos de mes de marzo procedente de China.

Afganistán

La guerra y la violencia política desde los años 70′ produjo en Afganistán uno de los grandes focos de inestabilidad y desplazamientos forzados en Asia Central. Tras la salida de las tropas soviéticas en 1989, el país comenzó una nueva etapa de violencia interna que culminó con la intervención de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en 2001, así lo relata el informe de la ACNUR sobre los países en guerra en el 2020.

Según el organismo, hay más de 5,1 millones de desplazados forzosos de Afganistán entre refugiados, desplazados internos y solicitantes de asilo.

El ministro de Sanidad de Afganistán, Ferozudín Feroz, advirtió el 24 de marzo que la pandemia del nuevo coronavirus podría afectar directamente a 16 millones de afganos y podría acabar con la vida de más de 100.000 personas en el país centroasiático, según informa la cadena de televisión local Tolo. Según las predicciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), existe la posibilidad de que 16 millones de afganos den positivo de coronavirus.

Colombia, el caso latinoamericano

Luego de la fallida firma del tratado de paz en la Habana, Cuba, entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Colombia presenta uno de los mayores ataques a líderes sociales y excombatientes. Más de 50 años de lucha armada interna dejan al país con seria grietas en la sociedad. Los desplazamientos forzados, la precariedad, el hacinamiento en la capital del país y las medidas endebles del gobierno amenazan la seguridad de la población.

Por su parte, el presidente Iván Duque decidió la apertura del aeropuerto el Dorado, uno de los más transitados en la región. Según la fundación Ideas para la Paz, en el periodo comprendido del 1° de febrero al 3 de abril fueron asesinados 71 líderes sociales y defensores de derechos humanos. También 21 excombatientes de las FARC que se habían acogido al acuerdo de paz son victimas fatales en la cadena de asesinatos que no se detiene. Mientras la población está en cuarentena, las balas siguen silenciando vidas en el territorio colombiano.