Durante los últimos años, se multiplicaron en el mundo las agresiones de las fuerzas policíacas y de seguridad contra los periodistas que cubren las manifestaciones de protesta, afirmó en septiembre la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Pero no solo aumentaron las agresiones, la labor periodística soporta amenazas, desprestigio y hasta la muerte.
Bajo la lupa de una sociedad que devora noticias y vive con la actualidad de las redes sociales, los periodistas se enfrentan a información falsa, tendenciosa y la amenaza constante del desprestigio. La investigación y los constantes avances de la Ciencia ponen en jaque a una de las labores fundamentales durante la pandemia. El periodismo flaquea ante los reporteros amarillistas y la poca información con fuente de autoridad en los medios hegemónicos, lo que llamamos vulgarmente «hablemos sin saber», mientras las agencias que investigan las fake news trabajan sin descanso para cortar con las cadenas falsas.
En la última década fueron muertos cerca de 900 trabajadores de los medios de comunicación en el mundo. La agencia de la ONU que registra estos crímenes destaca la fragilidad de la libertad de prensa en el contexto de la pandemia de COVID-19, precisamente cuando el periodismo es más relevante para la protección de los derechos humanos. De esta manera lo expresa la ONU y lo viven los periodistas y sus familias.
En Latinoamérica se establece un silencio ante la muerte. Cómo olvidar a Julio Valdivia Rodríguez, reportero del diario El Mundo de Córdoba, del Estado mexicano de Veracruz. Ese día no llegó a su trabajo. La mañana del 9 de septiembre fue diferente. Más tarde, los vecinos de la zona rural de Tezonapa, cerca del límite estatal con Oaxaca, reportaron a la policía que había un cuerpo decapitado en las vías del ferrocarril cerca de una motocicleta con los logotipos del periódico El Mundo. Era Valdivia, que yacía frío y callado como siempre lo quisieron ver.
Asimismo, UNESCO informó el 23 de diciembre en vísperas de Navidad, que el 2020 registró un total de 59 periodistas asesinados, cuatro de ellas mujeres. América Latina y Asia Pacífico fueron las regiones más letales para esos profesionales, con 22 informadores abatidos en cada una. Los países árabes sumaron nueve asesinatos y África seis.
Al respecto, en el mes de septiembre y ante el aumento de amenazas, denuncias y ataques al periodismo, la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, recalcó: «No se debe criminalizar o acosar a ningún periodista o trabajador de los medios de comunicación por su labor informativa. Cada detención y cada ataque contra los periodistas envía un mensaje a toda la sociedad: la búsqueda de la verdad y los derechos a ser informado, a expresarse y a participar no están protegidos por las autoridades».