Dado que el lazo social es la única forma de existencia a la que puede aspirar el individuo, es importante repensar las nuevas formas de hacer clínica desde la pandemia para poder identificar cómo impacta el uso de las redes sociales y la tecnología.
La tecnología, con su extensión sin precedentes y su nuevo espacio-tiempo ilimitado, debe ser cuestionada desde una perspectiva ética para comprender los cambios epocales.
En este contexto, la omnipresencia de las redes sociales y la conectividad característica de nuestra época desempeñan un papel fundamental, transformando la manera en que nos relacionamos y vivimos nuestra existencia social, demandando a un sujeto hiperconectado.
¿Estamos ante nuevas formas de crear lazos?
Vale decir, con la naturaleza de los encuentros y desencuentros, las angustias, las imágenes y las oportunidades que la virtualidad ofrece como ámbito de interacción e intercambio en nuestra existencia social. ¿Podemos pensar “esas raras subjetividades nuevas”?
Esas que están atravesadas por hiperconectividad sin permitir que nos recluyamos del otro, que le faltemos y que nos falte. ¿Ante qué nuevos desafíos estamos como analistas de época? «Dame un poquito de amor, no quiero un toco”. “Amar es dar lo que no se tiene”, nos recuerda Lacan. ¿Pero hay algo que se quiera perder para no tener?
¿O todo el tiempo se busca locamente tener para no perder? En el acto del amor, de amar, el sujeto ofrece al otro algo que no posee verdaderamente. Ofrece algo que está más allá de la mera posesión material y que reside en el ámbito del deseo y la falta. Pero si estos ámbitos claudican, ¿se obtura la falta para que ocurra algo del orden del amar? ¡Apaga el televisor!
Artículo elaborado por Estefanía Szenejko.