Simpatía por el demonio

A veces, la plataforma Netflix se confunde y estrena películas que son una rareza para un catálogo confeccionado por el gusto más conservador y condescendiente con un público de igual perfil. Así aparece «The Stranger», una producción australiana que participó en la sección Un Certain Regard de la última edición del Festival de Cannes que, además, es la segunda película de Thomas M. Wright.

El policial nórdico, desde la literatura y más tarde con sus transposiciones, impuso el estilo de una cocción lenta para las tramas que fue apropiado por algunas series estadounidenses. Algo de ese estilo se asoma en esta entrega del cine australiano, que siempre ofrece material si se busca salir (aunque no tanto) a la búsqueda en la periferia de lo habitual.

«The Stranger» parte de la premisa de un policía infiltrado para atrapar a un delincuente o una banda, pero velozmente se desmarca de ello y planta su propio escenario, reglas y tono. Henry Teague (Sean Harris) es un personaje casi abandonado y marginado por el sistema y en un viaje cruza su camino con Paul (Steve Mouzakis), quien le provee el ingreso a una oportunidad para encausar su vida. Al otro día, Paul ya no está, el que sí se presenta suplantándolo es Mark (Joel Edgerton), un hombre menos amable en apariencia y más directo. Henry es el nuevo «ahijado» de Mark, en lo que es el inicio de una carrera criminal al introducirlo en una extraña banda de delincuentes, que respeta ciertos preceptos de la mafia en términos de organigrama, pero que no sigue una linealidad tradicional.

¿Hacia dónde se dirige «The Stranger»?

El camino que traza es el de recorrer junto a los dos personajes («ahijado» y «padrino») la construcción de un vínculo particular. Henry podría pensarse como el infiltrado, el que esconde su verdadera identidad y que tiene un plan socavado. Sin embargo, Mark es un policía de una unidad especial del sur de Australia involucrado en un caso de larga data.

Ambientada en 2010, la historia cuenta un crimen basado en hechos reales sucedido en 2002 -por supuesto, entrar a buscar información en internet sería arruinarse la experiencia- y que tuvo en vilo a un país poco acostumbrado a cierta clase de delitos escabrosos.

La carga espesa que Wright le aporta a su película tiene más profundidad en lo vincular entre Henry y Mark que en la resolución del caso, con el que casi no hay chances de conectar, pues no hay imágenes ni seres cercanos de la víctima. Es casi un mito, una leyenda o una de esas historias que se cuentan de manera oral. Es así que la conexión con un personaje recae en Henry, este hombre que, por ejemplo, le pide a Mark que le preste dinero para comprarse ropa, luego de que uno de los jefes le pide que se vista presentable para futuros encuentros. La ambigüedad entre la simpatía por Henry a partir de su actualidad desgarbada y la sospecha de estar frente a un potencial asesino provoca momentos de incomodidad, los cuales sustituyen a esa expectativa generada por películas previas en las que un policía encubierto se infiltra y entabla una relación estrecha con un criminal.

Inoculada por una atmósfera solemne, que en ciertos pasajes se hace más permeable, «The Stranger» tiene en un molde su propia estructura, que le huye a la idea clásica de películas policiales de un protagonista que juega dos papeles. La historia con su propia fortaleza, por los cimientos verídicos, se potencia por las actuaciones sobrias, justas e inquietantes de Sean Harris y Joel Edgerton.

«The Stranger» es una película escrita y dirigida por Thomas M. Wright, protagonizada por Joel Edgerton, Sean Harris, Steve Mouzakis, Jada Alberts, Alan Dukes y elenco.