"Voces de cambio", un mundo de medios

En los últimos años en el continente latinoamericano ha habido un fuerte cuestionamiento al papel que cumplen los medios de comunicación dominantes en el comportamiento de la sociedad y de cómo ejercen su rol de informantes. Diversos gobiernos han hecho del enfrentamiento y disputa por el poder con los llamados medios hegemónicos un puntal de sus administraciones. En función de esto, se han sancionado y están en proceso de elaboración diferentes leyes destinadas a modernizar, a cambiar los paradigmas de funcionamiento de los medios. En estas normas se fijan pautas sobre la propiedad de los medios en pos de una desconcentración y también se hace hincapié en la producción de programas de origen local. Los casos más emblemáticos son los de Ecuador y Argentina. Sin embargo otro país, cuya raíz es mucho más pluricultural que los nombrados, también está en el mismo camino. Hablamos de Bolivia.

“Voces de cambio”, el debate sobre medios de comunicación y política en Bolivia

Es un documental filmado en Bolivia por María José Parra y Martín Marino. Ofrece distintos reportajes a funcionarios de varios países latinoamericanos, especialmente de Bolivia, acerca de la relación entre la comunicación y la política, ahondando en los conflictos de poder entre los gobiernos y los medios, la tensión entre los medios privados y el sector empresarial con los actores sociales más postergados en esta área cultural. Los principales interrogantes a los que apunta a responder este film son la forma en que estos medios cubren el conflicto social y cómo informan sobre el mismo.

En lo que hace a los nuevos medios, presentan las voces de los aborígenes que han podido acceder y las dificultades que encuentran para poder desarrollar su labor. Mediante imágenes de archivos y testimonios se va mostrando los inconvenientes que hay para la producción de contenidos locales y el apoyo del Estado para que puedan ejercer su derecho mediante la reconfiguración del modelo de los medios públicos.

Un detalle a tener en cuenta para comparar la situación en Argentina respecto de Bolivia es la inexistencia, en este último país, de un grupo multimediático predominante sobre el resto, sino la presencia de varios oligopolios de propiedad de las familias más ricas y a la vez una gran variedad de radios comunitarias y de características obreras raíz de la mayor población rural y diversidad multicultural de Bolivia.

La nueva ola mediática en el continente

María José Parra nos cuenta su perspectiva de los medios en el continente y las posibilidades que pueden ofrecer los nuevos marcos legales que poco a poco se están estableciendo en los diferentes países

¿Cómo ven comparativamente la situación de los medios en Bolivia y Argentina?

En principio habría que decir que hay un contexto común de concentración mediática en Latinoamérica. Ese fenómeno se encuadra en el proceso de globalización de la cultura que comienza desde mediados de los años 70 y cuyo correlato económico toma el nombre de neoliberalismo. En muy resumidas cuentas, ese marco genera que a través de los denominados «multimedios», cuyos capitales en muchos casos son coincidentes con los de empresas de renombre mundial, los contenidos que circulan en la mayoría de los países del mundo sean los mismas o más o menos parecidos en formato y propuesta estética. De ese modo, desde el punto de vista periodístico y artístico, en la mayoría de los casos los medios comerciales de nuestros países latinoamericanos son la cara local de los formatos y propuestas estéticas de los grandes centros de producción de contenidos. Desde el punto de vista económico, muchos de esos medios son la herramienta simbólica de intereses empresarios y financieros a nivel global. Esa, en general, fue la tendencia en el mundo entero y muchos teóricos de la comunicación y la cultura han analizado el fenómeno que, entre otras posibles caracterizaciones, se lo puede definir como proceso de «homogeneización de la cultura». En el documental que hemos producido esa definición salta a la vista cuando Marianela Paco Durán explicita la invisibilización de «lo plurinacional» en las parrillas televisivas.

En términos generales, el proceso descrito con anterioridad se da tanto en Argentina como en Bolivia. Sin embargo, sí existen algunas diferencias o particularidades entre uno y otro caso. En principio, la cuestión de la multiculturalidad en Bolivia tiene un peso mucho mayor que en Argentina, en el sentido de la presencia del tema en la agenda pública a partir del proceso constituyente al que han asistido. Por otra parte, las radios de impronta obrera y comunitaria tienen peso en Bolivia mucho mayor que la TV, básicamente, porque la población rural es muy grande, a diferencia de Argentina, que tiende a concentrar su población en las grandes ciudades y que, por lo tanto, la TV y los diarios tienen mayor influencia en las audiencias. Otro elemento a destacar en esa diferenciación es la inexistencia, en el caso boliviano, de monopolios. Se trata, más bien, de oligopolios que, si bien, suelen tener posturas reaccionarias al proceso político de Evo Morales, no funcionan siempre como una sola voz, modo en que podríamos definir la actuación del monopólico grupo Clarín en Argentina.

En términos comparativos, entonces, podríamos decir que cualquier proceso político que se estime a sí mismo como transformador intentará generar cambios tanto en las estructuras económicas de sus países, como en los aspectos culturales/simbólicos que son parte del relato que da viabilidad social a un modelo más o menos inclusivo. En tal sentido, los medios pueden contribuir a la transformación social o pueden boicotear esos procesos a través de múltiples herramientas simbólicas. Desde esa perspectiva y entendiendo que también son parte de la estructura económica/productiva de nuestras sociedades es que tanto en Argentina como en Bolivia (entre otros países) se han abierto debates en torno al rol de los medios en los procesos políticos transformadores, la necesidad de nuevas voces en las parrillas radiales y televisivas, la necesidad de políticas que contribuyan a la promoción y financiamiento de contenidos locales, etcétera. En tal sentido, tanto Bolivia como Argentina atraviesan un momento de similares características que se plasma en herramientas concretas desde la política pública: normativa, promocional, de estructuras de estado que den respuesta a las necesidades de los nuevos medios.

¿Cómo la situación de los medios en el momento de hacer el documental?

Las cosas no han cambiado tanto en tan poco tiempo. Digamos que en el momento de hacer el documental la única diferencia era que en Argentina no se había proclamado aún la absoluta constitucionalidad de la ley de servicios de comunicación audiovisual.

¿Le haría alguna crítica a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual?

Seguramente habría cuestiones para mejorar, pero no es eso lo interesante de puntualizar en este momento. Creemos que lo importante hoy es reivindicar el proceso de debate que esa ley ha tenido. Digamos que se trata de la mejor herramienta que, como colectivo social, hemos logrado impulsar hasta el momento.

Ahora que está en vigencia, ¿cómo ven su aplicación práctica? ¿Cuáles sus fallas?

La absoluta vigencia de la ley es sumamente reciente en términos de procesos de transformación profunda que se tienen que ir generando. No creemos que sea oportuno ni constructivo hacer evaluaciones tan parciales. A su vez, nos encontramos aún de viaje, no siempre con toda la información necesaria para un análisis responsable de la aplicación de la ley en estos últimos meses. Estamos en Venezuela, en una instancia formativa de la Villa del Cine de Venezuela.

¿Cómo consideran la ley argentina respecto de la norma sancionada en Ecuador?

Podríamos decir que la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual argentina tiene al menos un elemento que resultó relevante como antecedente para el resto de las normativas que se están formulando en la región. Se trata de la cuestión de los tercios. De pensar que un espectro mediático más plural y democrático es aquel que hace posible la presencia de más voces en la escena pública. Y de la mano de esa definición, la conceptualización de esas voces establecidas en términos generales como privadas, públicas y comunitarias, cada una con una participación del 33% en el total.

Con pequeñas diferencias, ese es un gran consenso al que se ha arribado en la región. Creemos que Ecuador plantea dos temas en el debate público que deberíamos analizar con más profundidad para ver si es posible asistir al nivel de consenso que se ha logrado en el caso anterior. Esa normativa incorpora dos figuras: la del «linchamiento mediático» (habrá que ver cómo funciona en la práctica) y la definición de que los dueños de medios no pueden participar de otros negocios económicos.

¿Cuál su opinión respecto de la situación de los medios de comunicación en el resto de Latinoamérica?

En principio, cuando nos preguntamos por la situación de los medios, tendríamos que comenzar a diferenciarlos según la tipología a la que pertenecen. No es lo mismo la situación de los medios públicos y los debates que se dan en torno a ellos, que la de los comunitarios o sociales, o la de los privados. Esa distribución en tercios aún está lejos de reflejarse en nuestras parrillas, se trata de procesos que llevarán su tiempo. También llevará su tiempo que los medios comunitarios estén lo suficientemente fortalecidos para completar todo el tiempo de programación con contenidos de calidad. Sin embargo, tenemos la convicción de que ese rumbo se ha iniciado y es indetenible. En tal sentido, ahora queda poner en práctica las herramientas necesarias para dinamizar ese proceso y que, por lo tanto, podamos asistir a contenidos que nos hablen de nosotros mismos como latinoamericanos, con nuestras diferencias y con esos rasgos comunes que hacen posible la unidad en lo diverso.

Presentación del documental por parte de Amanda Dávila, ministra de Comunicación de Bolivia

Ficha técnica

Bolivia, 2013, 48 minutos. Documental calficado Apto para Todo Público.

Director: Martín Marino / María José Parra.

Guión: María José Parra.

Fotografía: Martín Marino. Montaje: Martín Marino. Sonido: Martín Bevcar.

Intérpretes: entrevistados e imágenes de archivo.

Producción: La Cigarra Latinoamericana.