Pese al anuncio público de próximos «dolorosos ajustes», el primer ministro chino, Li Keqiang, declaró ante el Parlamento de Beijing (con motivo del Plenario Anual de la Asamblea Nacional Popular) que el presupuesto destinado a sus Fuerzas Armadas tendrá un incremento superior al 12% (porcentaje que ampliamente supera el crecimiento pronosticado para el gigante asiático), lo que representan más de 130.000 millones de dólares.
Inmediatamente, en Estados Unidos pusieron el grito en el cielo (por cierto, el país que más asigna al sector militar) y se manifestaron en contra de esta asignación de recursos, por lo que el gobierno chino debió recalcar que serán focalizados en el desarrollo de tecnologías que apunten principalmente a combatir la contaminación y, por otra parte, en la lucha contra la corrupción y no en sumar soldados.
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