Acertada pintura de la democracia

«El Rapto» es el cuarto largometraje de Daniela Goggi (también la realizadora dirigió series como «María Marta: El Crimen del Country», entre otras) y, tal vez, sea el más sólido de sus trabajos por varios motivos.

En primer lugar porque reconstruye con una minuciosidad notable los entretelones en torno al secuestro del empresario Osvaldo Sivak (el film está basado en el libro «El Salto de Papá» de Martín Sivak) ocurrido en 1985, y los denodados esfuerzos de la familia por encontrarlo con vida. En segundo lugar, porque desnuda de manera incuestionable la convivencia en el gobierno de Raúl Alfonsín de las autoridades civiles con las fuerzas militares (mano de obra desocupada) y policías que se encargaban de secuestrar gente, pedir rescate y hacerlos aparecer sin vida al cabo de un prolongado tiempo. En ese sentido, la película dialoga de alguna manera con «Argentina, 1985». Hay algunos pasajes de este film que no dejan bien parados a algunos ministros de la administración radical.

Todo el clima que envuelve esta propuesta es notable, de una alegría melancólica por el regreso de los exiliados, en un principio, hacia la transición del desconcierto más absoluto conviviendo con la cotidianeidad de la escolaridad y juegos de los niños de la familia.

Otro aspecto digno de destacar son las actuaciones. Rodrigo de la Serna da vida al hermano del empresario secuestrado, aporta todos sus recursos y talento al servicio de este personaje. Igualmente notable, Julieta Zylberberg como su esposa, en maravillosas transiciones dramáticas. Andrea Garrote y Jorge Marrale muy ajustados también en sus composiciones completan el reparto como la esposa del empresario secuestrado y el jefe del clan empresario, respectivamente.

Es bienvenido el momento de lanzamiento de esta propuesta que, además, podrá verse a través de la plataforma Paramount+ a partir de esta semana, ya que transitar nuestro pasado histórico político en los albores de esta nueva etapa democrática del país que cumple 40 años, nos interpela muy fuertemente en este momento decisorio en el que parecen aflorar algunos fantasmas del pasado.