Vivir y morir en el cine

«The Caine Mutiny Court-Martial» es la última película de la leyenda William Friedkin, y es un drama judicial sobre un motín naval, adaptada de la obra teatral homónima, pensada para el streaming sin estreno en salas de cine. También es el papel póstumo del actor Lance Reddick.

“El motín de Caine” es un best-seller escrito por Herman Wouk en 1951, llevado al cine cuatro años más tarde, sobre ese libro el propio autor hizo una transposición teatral llamada “The Caine Mutiny Court-Martial”. Tal obra tomó William Freidkin para realizar su trabajo póstumo. La historia se plantea en términos simples: un oficial ejecutivo llamado Maryk (Jake Lacey) del barco Caine, perteneciente a la Marina de los Estados Unidos, toma el control de la embarcación relevando del mando a su capitán Queeg (Kiefer Sutherland) por considerarlo insano y, por lo tanto, incapaz de resolver situaciones claves. Maryk enfrenta una corte marcial por sus acciones, por el cargo de amotinamiento. En la segunda escena, el acusado discute con su defensor, Greenwald (Jason Clarke), un abogado impuesto por un juzgado militar y escéptico sobre las acciones de su defendido. Greenwald cierra la escena pronunciándose: “Yo creo que eres demasiado culpable”.

De forma magistral, Friedkin abre y cierra el juicio con dos testimonios de Queeg, primero para la parte acusatoria y luego para la defensa. En ese contrapunto se moldea el corazón discursivo de las ideas, se enfrentan dos posturas morales simplificadas en las figuras de víctima y victimario. En el medio desfilan una serie de testigos, algunos siembran situaciones en apariencia superficiales acerca de la dinámica cotidiana entre el capitán y sus subordinados, mientras que otros aportan la dureza técnica y casi incuestionable de las acciones militares y marinas. El in crescendo de un despotismo de Queeg se intercepta con la mirada actual de la salud mental y las percepciones apresuradas nutridas íntegramente por una etiqueta o palabra recurrente.

Friedkin hace de una obra teatral un telefilm, con sus cualidades y posibles defectos si se lo contrapone al concepto de cine. Solo el plano inicial de establecimiento y otro que separa el prólogo de todo el grueso del juicio con el título de la película son los únicos que nos sacan de la asfixia del juzgado, donde se desarrolla toda la historia.

No es la primera vez que el director dirige una película para televisión, ya lo había hecho con su versión de “Doce hombres en pugna” en 1997, y con dos de sus últimos trabajos (“Bug” y “Killer Joe”), los cuales también tenían una raíz teatral. La gran virtud de Friedkin está en robustecer los diálogos con un balance fino entre la carga compleja técnica militar y el lenguaje llano esperable en una película de juicios.

El final -que probablemente sea lo más comentado- define la postura personal del director de “Contacto en Francia”, porque es un tiro por elevación a la “generación de cristal”, para quienes la cancelación se aplica con un resbaladizo gatillo sin una mensura. La película también se inscribe en contra de la postura maniquea entre el bien y el mal puros, sin matices y con la necesidad de ubicarse en la columna impoluta, lo que resulta una hipocresía. Que el último plano de la vida cinematográfica de William Friedkin sea el experimentado Greenwald arrojándole un vaso de vino al joven Myrk abrevia su mirada desesperanzada que tenía acerca de una humanidad santurrona y falsa.

“The Caine Mutiny Court-Martial” está escrita y dirigida por William Friedkin, y cuenta con las actuaciones de Jason Clarke, Kiefer Sutherland, Jake Lacey, Lande Reddick y Monica Raymund.