Este miércoles, el Gobierno Nacional anunció que dejará de formar parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La decisión, anunciada por el vocero Manuel Adorni, es consecuencia de «las profundas diferencias respecto a la gestión sanitaria durante la pandemia, que junto al Gobierno de Alberto Fernández nos llevaron al encierro más grande de la humanidad».
«El presidente Javier Milei instruyó al canciller Gerardo Werthein para retirar a la Argentina de la OMS», afirmó Adorni para replicar la acción tomada por Donald Trump para Estados Unidos. «Deseamos entablar un diálogo constructivo para mantener la asociación entre los Estados Unidos y la OMS, en beneficio de la salud y el bienestar de millones de personas en el mundo», respondieron al mandatario norteamericano a través de un comunicado. «Durante más de siete décadas, la OMS salvó innumerables vidas y protegió a los estadounidenses y a todas las personas de las amenazas para la salud», agregaron desde el organismo.
Las consecuencias de la salida de Argentina de la OMS para nuestro país, según enumeran en la Fundación Soberanía Sanitaria (FSS), «puede verse debilitada en materia de preparación y organización frente a futuras pandemias u otras crisis sanitarias, pero también ante la posibilidad de financiamiento para la compra de insumos sanitarios». En conclusión, la medida podría modificar el escenario nacional en los siguientes temas.
«Dejaríamos de tener acceso al fondo rotatorio y estratégico que nos hace ahorrar millones en la compra de tecnologías e insumos sanitarios.
Se perdería el estatus de Centros Colaboradores en laboratorios prestigiosos como el INCUCAI, Malbrán y la ANLIS. Esta situación traería la consecuencia de quedar fuera de las redes internacionales que mejoran nuestras prácticas (Argentina posee una serie de centros colaboradores que trabajan en red con otros centros de otros países, fortaleciendo las capacidades propias y manteniendo al país en altos estándares de calidad y reconocimiento internacional. Como ejemplo de esto, se podría perder el rol de los laboratorios especializados en Argentina, en vigilancia internacional de agentes infecciosos.
Podría llegar a desaparecer el Centro Nacional de Enlace del Reglamento Sanitario Internacional, lo que implicaría mayor dificultad para acceder a información en tiempo real sobre la circulación de agentes infecciosos y emergencias en salud pública.
Desaparecería el apoyo a programas de enfermedades transmisibles y no transmisibles, salud mental, materno infantil, vacunas, entre otros, lo que iría en detrimento a mediano plazo, en la calidad y sustentación de los mismos.
Acabaría el apoyo a la estructuración de los servicios de salud y desarrollo de los recursos humanos en salud.
Finalizaría la participación de funcionarios de salud y profesionales argentinos en las reuniones, proyectos, talleres y redes de trabajo internacionales, aislando a nuestro país de las actualizaciones en temas sanitarios y dificultando la financiación externa a programas y proyectos de salud que nos permitan una mayor calidad sanitaria.
Si bien el acceso a la Biblioteca Virtual de Salud de la OPS/OMS es individual y no estaría restricto a los argentinos, el no contar con una oficina en el país, limitaría la difusión de los contenidos y acceso a cursos y capacitaciones que propician y que permiten formar profesionales sanitarios.
Ante otra pandemia, no recibiremos cooperación, que implicaría la ausencia de apoyo técnico directo, de apoyo para compra de insumos y equipos, para la contratación de personal, entre otras posibles utilidades.
Debilitaría el abordaje de enfermedades raras o desatendidas siendo que no sólo se recibe colaboración técnica sino en muchas ocasiones también donación de medicamentos huérfanos.
En caso de desastres naturales u ocasionados por el hombre, no podríamos contar con el apoyo de las unidades especializadas de emergencia de la OPS, debiendo organizarse, sin el apoyo de equipos técnicos de emergencia y/o respuesta rápida y logística de insumos en salud.
Perjudicaría a las provincias debilitando su capacidad técnica, ya que también estos organismos internacionales articulan de manera subnacional.
Quedaríamos al margen de métodos de mejora de trabajo, como las funciones esenciales en salud pública que ayudan a diagnosticar problemas e implementar soluciones dentro del sector salud.»
Al respecto de las funciones de la OMS a nivel global, su Constitución detalla que «el goce del grado máximo de salud que se pueda lograr es uno de los derechos fundamentales de todo ser humano sin distinción de raza, religión, ideología política o condición económica o social; la salud de todos los pueblos es una condición fundamental para lograr la paz y la seguridad y depende de la más amplia cooperación de las personas y de los Estados; los resultados alcanzados por cada Estado en el fomento y protección de la salud son valiosos para todos; la desigualdad de los diversos países en lo relativo al fomento de la salud y el control de las enfermedades, sobre todo las transmisibles, constituye un peligro común; el desarrollo saludable del niño es de importancia fundamental: la capacidad de vivir en armonía en un mundo que cambia constantemente es indispensable para este desarrollo; la extensión a todos los pueblos de los beneficios de los conocimientos médicos, psicológicos y afines es esencial para alcanzar el más alto grado de salud; y una opinión pública bien informada y una cooperación activa por parte del público son de importancia capital para el mejoramiento de la salud del pueblo».
Finalmente, la FSS advierte que «no entender la salud desde una perspectiva internacional es retroceder más de 100 años de historia y auto convencerse de que los destinos sanitarios de nuestra patria no están ligados a la suerte de la región, del continente y del mundo. Una verdadera muestra de terraplanismo sanitario».