Boda tras las rejas

Víctor y Johana
Víctor y Johana

Un caso particular que se llegó a comparar con el argumento de «La intrusa» de Jorge Luis Borges: Edith Casas, de 22 años, se casará con Víctor Cingolani, sentenciado a 13 años de prisión como “partícipe necesario” en el asesinato de su hermana gemela, Johana Casas, quien fuera asesinada en julio de 2010. Víctor se encuentra cumpliendo la condena en la localidad de Pico Truncado.
Se trata de una chica con una conducta más que extraña: muerte, una ceremonia en la cárcel, un casamiento que no conducirá a convivir con un sujeto preso por el homicidio de su hermana. Como suele decirse, la realidad supera a la ficción.
La pareja asegura que están juntos hace 5 años y que nunca se cortó la relación. Pero hay “detalles”, más allá de la evidencia de la condena, como el hecho de que Edith denunció a Víctor reiteradas veces por violación, y luego se retractó. Afirma que lo hizo bajo presión de su familia, con quien se encuentra actualmente enfrentada. Entonces, ¿a qué Edith creerle? Otro dato importante es que la conexión de Víctor con el asesinato de Johanna fue confirmado por el ADN de una colilla de cigarrillo en la escena del crimen. Prueba irrefutable.
Edith, la futura esposa
Edith, la futura esposa

Definitivamente ningún padre espera que su hija pretenda contraer matrimonio con un sujeto acusado de asesinar a otro de sus hijos. Justamente, fue la familia de Edith quien intentó impedir el acto al apelar a la justicia. Esto no fue posible dado que el peritaje realizado sostuvo que Edith no presenta una disfunción psicológica o mental que le impida contraer matrimonio. No había argumentos, motivos, con los cuales cancelar el casamiento. La jueza subrogante de Pico Truncado, Gabriela Zapata, resolvió (y notificó a las partes).
Cualquiera que tenga un hermano siente escalofríos de solo pensar en su muerte, su asesino, o alguien relacionado en el hecho. Es más que entendible la conmoción que genera el caso y la preocupación de la familia. Contraer matrimonio con esta figura es una suerte de caminata hacia el matadero. Quizás por eso, Marcelina Orellana, la madre de las chicas, afirmó con resignación: «Creo que ya no puedo hacer nada».
Víctor y Edith
Víctor y Edith

Es notable cómo las noticias policiales y la “inseguridad” (aplicada a la idea única de criminalidad) fueron copando la sección Sociedad dentro de la prensa. Este avance no constituye algo positivo, en tanto empobrece otras áreas y refleja el desinterés sobre temas menos sensacionalistas y más reflexivos. Sin embargo,  este caso sorprendente amerita una mirada algo más profunda. La justicia no puede impedir todas las incoherencias y las irracionalidades de las personas, y las familias tampoco.