Corrupción y crisis política

El escenario político en Estados Unidos subió varios grados de temperatura esta semana. El presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy (perteneciente al Partido Republicano), anunció el inicio de una investigación formal de juicio político (impeachment, en inglés) contra el presidente Joe Biden por presunto involucramiento en actos de corrupción que habría cometido su hijo, Hunter Biden. “Los republicanos de la Cámara de Representantes han descubierto serias e increíbles acusaciones sobre la conducta del presidente Biden. Tomadas en conjunto, estas acusaciones pintan un cuadro de una cultura de la corrupción”, sostuvo McCarthy.

Hunter Biden, abogado de 53 años, desde hace años es señalado por corrupción (por ahora sin pruebas), cuando fue lobbista e integrante de la junta directiva de una empresa ucraniana llamada Burisma, del rubro energético. ¿En qué periodo temporal se centra la denuncia? En los años de la presidencia de Barack Obama, es decir, entre 2009 y 2017, cuando Joe Biden era vicepresidente de Estados Unidos y, sobre todo, responsable de la política estadounidense con Ucrania. La acusación plantea que Joe Biden utilizó, en esa época, su influencia en Washington para favorecer a su hijo en supuestos negociados.

Este tema fue uno de los principales argumentos que usó Donald Trump en la campaña de 2020 para intentar desgastar al actual Presidente. Por otra parte y para colmo, este jueves, Hunter Biden fue imputado por haber presentado una declaración ficticia años atrás para adquirir un arma. Al respecto, y fiel a su estilo provocador, el magnate de pelo naranja lanzó: “Es el único delito que ha cometido Hunter Biden que no involucra a Joe Biden, el crápula”.

Lo interesante es que apenas dos semanas antes, McCarthy había dicho que se necesitaba una votación en la Cámara para, eventualmente, avanzar en el inicio de una investigación que desemboque en el proceso de juicio político. Textualmente, señaló: “Si avanzamos con una investigación de impeachment, se produciría mediante una votación en la Cámara del Pueblo y no mediante una declaración de una sola persona”.

No ocurrió tal votación, debido a que prevaleció el ala más extremista del Partido Republicano. Y es interesante comparar esta situación con el juicio político contra Trump que impulsó en 2019, en forma unilateral y sin votación previa, la entonces presidenta de la Cámara de Representantes por el Partido Demócrata, Nancy Pelosi. En ese entonces, McCarthy se había pronunciado en contra, precisamente, por haber seguido la estrategia que ahora él mismo encabeza.

A todo esto, hace unos días Joe Biden realizó una visita a Vietnam para fortalecer las relaciones bilaterales entre ambos países, incluyendo reuniones empresariales, anuncios de inversiones y un posicionamiento contra China respecto a la disputa en la zona del Indo-Pacífico, que es una de las regiones más caldeadas del tablero geopolítico actual.

Ante un auditorio colmado, el mandatario incurrió en un desvarío (uno más). “A nadie le gusta celebrar reuniones internacionales si no sabes lo que quieres en la reunión. Si no tienes un plan de juego. Puede que tenga (Xi Jinping) un plan de juego, pero no lo ha compartido conmigo. Pero les diré algo, no se ustedes, pero yo me voy a la cama”.

Las voces que sugieren la inconveniencia de que Biden busque la reelección pareciera que comienzan a crecer. Un artículo de Washington Post, titulado “El Presidente Biden no debería postularse para la reelección en 2024”, argumenta que hacerlo pondría en riesgo su logro más importante: haber detenido a Donald Trump. También Franklin Foer, autor de un libro biográfico sobre el jefe de Estado, afirmó hace unos días que “no sería un shock total” si se baja a fin de año de la reelección debido a su avanzada edad.

Aún hay tiempo para que se produzca al interior del esquema demócrata un volantazo de semejante profundidad, antes de que comiencen las primarias internas de cada partido. Debería ser, máximo, a fin de año. Está por verse.