El hombre de acero

Retratar en un documental a una figura tan popular no resulta una tarea sencilla. El recorte de una vida siempre representa una dificultad, y focalizar sobre algunos segmentos es también parte de una serie de decisiones. La directora Lesley Chicott propone en tres partes narrar la vida de Arnold Schwarzenegger, cada una de ellas tiene su razón de ser y marca que, en este caso, la estructura episódica de un documental puede enunciar sentido.

La primera parte está dedicada a los primeros años de Arnold, en su Austria natal con sus padres y hermano pero, rápidamente, se centra en su etapa como fisicoculturista. Tal faceta, conocida por muchos, puede sorprender por lo extensa y particular como periodo consagratorio en una disciplina de la que el futuro actor fue el mejor del mundo. En el correlato de semejante logro hay una consecuencia: la idea de un adolescente Arnold por tener el cuerpo perfecto a partir de la imagen y semejanza del actor Reg Park, quien interpretó a Hércules, un personaje que el propio Arnold hizo años más tarde en la extraña “Hércules en New York” (1969), y cuyo crédito es Arnold Strong “Mr. Universe”. En ese éxito construido a base de un esfuerzo y un método estricto en lo físico también hay un techo, por más reconocimiento mundial alcanzado. El límite no es algo que, necesariamente, detiene a Schwarzenegger, por lo tanto, el camino actoral fue el nuevo desafío para el austríaco.

La segunda parte se focaliza en el camino por conquistar Hollywood, uno mucho menos lineal y más pedregoso que el del fisiculturismo. Los problemas del marcado acento alemán, su nulo espectro para interpretar roles y las pocas ofertas atentaron en sus primeros años de búsqueda en la meca del cine. Aparece un nombre poco mencionado en su carrera: Bob Rafelson, el célebre director de “Mi vida es mi vida” (1970) apostó por Arnie en “Stay Hungry”, un drama con Jeff Bridges y Sally Field, donde le tocó hacer un papel secundario, aunque desafiante y con muchos componentes biográficos facilitadores dentro de una producción diferente dentro de su corta carrera hasta el momento. Por supuesto, el documental marca como punto de quiebre en su filmografía con el ofrecimiento de “Terminator” (1984) y su unión perpetua a James Cameron.

Otro de los grandes méritos de la directora Chicott es ubicar en dosis justas las apariciones esterales de actores, directores, amigos y demás personajes, sin eclipsar la figura de Schwarzenegger, quien es el que narra desde su punto de vista todo el documental. Ni siquiera cae en la tentación de profundizar en la “rivalidad” con Sylvester Stallone, tan solo la menciona en un segmento de carácter ilustrativo sobre la construcción del modelo de héroe en los 80′.

El episodio más rico, en archivo tanto como en testimonios, resulta ser el tercero. Allí se puntualiza acerca del periodo político de Arnold, un interés que sobrevoló por su mente durante mucho tiempo y recién en 2003 pudo concretar cuando fue electo por primera vez como gobernador del Estado de California por el Partido Republicano, sin ni quisiera tener una mínima experiencia en otros cargos. Durante varios pasajes se encarga de revalorizar el mandato del polémico Ronald Reagan, a quien lo pone como un modelo a seguir. Más allá de las desavenencias posibles, hay en su discurso una mirada más pulcra y necesaria en estos tiempos capaz de exceder las grietas políticas. Su visión sobre la ecología, los derechos humanos y los problemas urgentes demuestran que las acciones prácticas son más necesarias que los colores partidarios.

El documental tampoco elude su escándalo más importante, cuando se conoció la existencia de un hijo extramatrimonial ocultado durante muchos años. Que el caso haya sido público no quita la honestidad de la directora y del propio Schwarzenegger en exponerlo dentro de una vida con más claros que oscuros. Sin embargo, tal mancha parece evidenciar secuelas en la voz del propio protagonista cuando recapitula sobre los hechos. Un trabajo simple y complejo perfectamente estructurado en tres partes.

“Arnold” es una miniserie documental de Lesley Chicott que puede verse en Netflix.