El ojo en la taquilla

En esta era de liquidez en la que solo los superhéroes concitan interés en las salas, y en la que Marvel y DC se disputan la mayor concurrencia a las mismas, no extraña que las secuelas se engendren unas a otras sin otro motivo más que el de atraer espectadores. Los efectos especiales (y ya no los VFX sino, lamentablemente, los CGI que los terminan reemplazando) se adueñaron de este tipo de películas, dejando de lado aspectos como el guion o la coherencia narrativa.

Tal es el caso de «Transformers: El Despertar de las Bestias», séptima película de la saga, con Michael Bay en la producción, que relata una aventura alrededor del mundo con los autobots e introducirá una nueva raza: los maximals.

El film retoma el spinoff «Bumblebee» del año 2018 e introduce a Anthony Ramos («Hamilton», «In the Heights») como el humano que colaborará con los autobots en la lucha por la supervivencia del planeta Tierra, a quien se le une una experta en antigüedades (Dominique Fishback, la recordada activista afroamericana de «Judah and the Black Messiah»).

La interacción entre Noah Díaz (personaje a cargo de Ramos) y Mirage (uno de los autobots) constituye uno de los puntos más altos de la propuesta, junto a los bellos paisajes del Cusco, donde transcurre parte de la acción.

Por lo demás, las escenas de lucha no aportan nada nuevo a este universo tan visitado y que promete más secuelas por venir.