Los libros son peligrosos. Siempre lo fueron, lo son y lo serán: peligrosos. Los libros dan miedo, por eso es lo primero que hicieron arder en el fuego las dictaduras. Los libros nos hacen soñar, imaginar, reflexionar, construir una opinión propia, ir más allá. Sí, son peligrosos, y por eso había que esconderlos de las pesquisas maliciosas.
Los libros nos dan libertad, aunque estemos atrapados en el pozo más profundo.
Cuando un libro habla sobre memoria, verdad y justicia se transforma en un instrumento de educación, una herramienta poderosa.
Muchos autores y autoras escribieron sobre la dictadura, pero hoy me voy a detener en ella: Paula Bombara nació en Bahía Blanca un 3 de diciembre de 1972. Es escritora y bioquímica, y también hija de un desaparecido.
A los tres años tuvo que dejar su ciudad natal y trasladarse a Buenos Aires, donde vive actualmente, debido a que sus padres sufrían persecuciones políticas durante la última dictadura militar.
Su padre, el militante de la Juventud Universitaria Católica, Daniel Bombara, fue secuestrado a fines de 1975 y asesinado poco después por militares y policías. Su cuerpo fue identificado en 2011 por el Equipo Argentino de Antropología Forense.
Este hecho aberrante no logró que Paula fuera una chica sumisa y silenciosa, todo lo contrario. Ella entendió que los libros eran poderosos y, por eso, en 2005 publicó su primera obra «El mar y la serpiente». En ella se narra en primera persona la experiencia de una niña pequeña cuyos padres son secuestrados por la dictadura argentina. Los adultos que rodean a la protagonista se esfuerzan por protegerla de la realidad, pero así le impiden -involuntariamente- comprender y superar la súbita e inexplicable pérdida. Al crecer, la protagonista accede a la verdad sobre su propia historia, y es solo entonces cuando puede comenzar a aceptarla.
De este modo, Paula Bombara, quien es activista y militante social por los derechos humanos y colabora habitualmente con la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo y el Equipo Argentino de Antropología Forense, dio voz a miles que no tuvieron la oportunidad de poner en palabras sus vivencias. Además, permitió que las nuevas generaciones conozcan la historia verdadera de primera mano.
Este libro es emblema de las aulas. Varios adolescentes de hoy se desayunan sobre los hechos ocurridos en nuestro país durante el genocidio, gracias a las letras que habitan esta novela.
El silencio, a pesar de que cada vez es menor, aún hace mella en la sociedad. Por eso, el 28 de febrero de este año, Paula Bombara publicó su último libro, en el cual decidió seguir indagando sobre los dolorosos hechos ocurridos en los años más terribles de la Argentina.
«La sombra del jacarandá» comienza en el presente y nos muestra que aún quedan vestigios de los daños causados por la dictadura. Dos historias en paralelo van a dar cuenta que todavía existe el silencio y que la palabra siempre es el camino que nos lleva a la verdad y el alivio. Por eso, en esta novela se entrelazan las historias de Roberto, un hombre que en su juventud se vio implicado en uno de los entierros clandestinos llevados a cabo por la dictadura del 76′, y la de Mateo y Agustín, dos jóvenes hermanos que emprenden la búsqueda de sus abuelos, desaparecidos en esos años.
Los libros son peligrosos, ya lo creo. Tienen la capacidad de que aquella frase emblemática, nunca más, quede perpetuada para siempre en el inconsciente colectivo de todos nosotros. Logra que, a través de la identificación, comprendamos que la democracia es algo que debemos defender bajo cualquier circunstancia, y que no todo pasado fue mejor, el presente es lo que nos permite construir el futuro que queremos como sociedad.
Sí, es verdad, los libros son poderosos.
Artículo elaborado especialmente para puntocero por Luciana Mauro.